El problema está en el corazón humano.
2020-06-09
1. Oración inicial
«Señor Jesús, mi fe requiere que confié en ti, que no tenga un corazón incrédulo como Tomás que requirió una prueba para poder creer. No tengo miedo porque sé que estás conmigo, tu Espíritu me da testimonio de que soy hijo de Dios y que soy bendito por haber creído en ti aun sin haberte visto. No permitas que ignore tu presencia y cierre mis oídos a tu voz. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. Juan 20:26-29
3. Reflexiona
El caso de Tomás nos hace recordar que muchas veces cuando estamos congregados estamos tan absortos en nuestros pensamientos y razonamientos que no nos percatamos de la presencia de Dios y mucho menos podemos escuchar su voz. Estando ahí, estamos ausentes. Quizás Tomás además de incredulidad por todo lo que había pasado, era algo pesimista y solitario, por eso el día que se presentó el Señor no se encontraba.
Cuando sus compañeros le contaron que habían visto a Jesús se mantuvo escéptico, no creyó en la palabra de ellos y además les dijo algo desconcertante para alguien que había estado tanto tiempo con Jesús: “Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré” Juan 20:25. Dudó de todo lo que Jesús había dicho antes de ir a la cruz, que Él moriría pero al tercer día resucitaría. ¿Hasta qué punto su incredulidad le hizo desear hurgar las heridas del Señor? El gran error de Tomás comenzó con su duda, y luego con su falta de confianza en el testimonio de sus propios compañeros y es el caso de muchos de nosotros cuando dudamos de lo que otros testifican de Dios.
¿Cuántas veces nuestras actitudes pueden herir el corazón de nuestro Dios? Pues hoy en día hay muchas personas que dicen: “Si solamente le pudiera ver, si solamente le pudiera tocar, entonces sí creería”, dudan que la Biblia sea la Palabra de Dios y buscan manifestaciones, milagros y señales para poder creer en el Dios vivo. El problema no es falta de evidencia de su resurrección, el problema está en el corazón humano que se rehúsa a creer lo evidente.
Cuando Jesús se aparece de nuevo y confronta a Tomás, él cae de rodillas reconociendo que es su Dios y su Señor y lo exhorta: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. Hay una bendición especial para todos aquellos que hemos creído en la evidencia de la muerte y resurrección de Jesús. La evidencia más contundente es nuestra propia transformación, porque después de conocer a Jesús no volvemos a ser los mismos.
Cuando Jesús dijo estas palabras estaba mirando hacia nosotros, sus futuros discípulos que tendríamos que creer en Él sin poderlo ver y se adelanta para pronunciar una bendición sobre nosotros. A través del evangelio y por medio de su Espíritu, Dios da evidencia de Cristo, hoy la decisión es nuestra si creemos o no.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
Escúchanos en Spotify
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn