El privilegio de enseñar
2024-09-03
1. Oración inicial
«Señor qué privilegiada me siento al saber que has puesto en mis manos una gran responsabilidad de ir y enseñar a otros tu Palabra. Sé que en esta tarea no estoy sola, pues es tu Santo Espíritu quien me acompaña, me guía y me usa como instrumento en tus manos para extender tu evangelio, haciendo salir de mi boca lo que tú has inspirado. Padre, que nunca se quite de mi corazón el anhelo de enseñar a otros lo que tú también me has enseñado, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.” Lucas 1:30-31
3. Reflexiona
¡Qué noticia tan maravillosa la que recibió María! había sido elegida, por gracia de Dios, para llevar en el vientre a nuestro Salvador. Cuando pienso en cómo sería ese instante para ella, el Señor me lleva a recordar el momento en el que también me enteré sobre la llegada de mi bebé, ¡fue emocionante!, me sentí privilegiada, lloré de alegría y le di gracias a Dios pues había recibido, también por gracia, esa herencia del Señor (Salmos 127:3).
Con esta noticia llega una gran responsabilidad, en el caso de María, tendría la tarea de cuidar de Jesús (el Hijo de Dios), no solo en su parte física sino también en su área espiritual, pues sería una de las encargadas de direccionar a este pequeño en los caminos del Padre. Esa misma responsabilidad el Señor nos la ha entregado a nosotras las madres: pastorear a nuestros hijos y enseñarles desde la niñez la palabra del Señor (Proverbios 22:6); pero si aún no lo fueres, no creas que es un compromiso del cual se te exime, pues el plan de Dios para cada uno de nosotros, seamos viejos, jóvenes, niños, mujeres, hombres, casados, solteros, es el de llevar el evangelio por todo el mundo y enseñarlo a toda criatura (Marcos 16:15).
Una de las personas que entendió lo que significa el privilegio de enseñar a otros acerca del Señor fue Noemí, pues con su ejemplo instruyó a Rut en los caminos del Señor, aunque Rut no era su hija sino su nuera, nunca desaprovechó el momento para instruirla en el Camino correcto. En mi experiencia personal te puedo decir que también tuve una Noemí en mi vida, no era yo su hija, pero esta gran mujer sí que me instruía como si lo fuera, lo hizo siempre con rectitud y dulzura; gracias a ella aprendí desde mi adolescencia (tiempo en el que la conocí) la importancia de mantenerme firme en la Palabra de Dios, y hoy años después, como dice la palabra, esa enseñanza ha quedado atesorada en mi corazón y ha sido la que no me ha dejado desviar del Camino del Señor, ha quedado tan impregnada en mí que ahora que soy madre entiendo la importancia de tomar a mi hijo, o a otros, para inculcarles en sus vidas lo vital que es el tener una relación de amor con Dios.
A través de este devocional el Señor nos está dando un claro mensaje, se nos ha dado el privilegio de enseñar a otros la palabra de Dios, así que no desaprovechemos más la oportunidad de instruirlos en ella (2 Timoteo 4:1-2).
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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