El poder sanador de la confesión
2021-05-13
1. Oración inicial
«Gracias Señor Jesús por hacerme justo y saber que puedo invocar a mi Padre celestial. Me abriste el camino a su presencia con tu sacrificio en la cruz. Gracias por la oración, porque es la manera de interceder no sólo por mí, sino por los demás, y el medio para llevar sanidad del alma a los que necesitan tu perdón y reconciliación. Señor, úsame como instrumento para traer sanidad espiritual y física donde quiera que esté. Amén. «
2. Lee la palabra de Dios
“¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”. Santiago 5:14-16
3. Reflexiona
Había una creencia firmemente arraigada en el judaísmo, que donde había enfermedad y sufrimiento era como consecuencia del pecado. Recordemos cuando Jesús inició la curación del paralítico diciéndole: “Hijo tus pecados te son perdonados”. (Marcos 2:5) Cristo mostró su poder para perdonar pecados, mostrando su poder para sanar al hombre enfermo de parálisis. El Señor sabe que no siempre es así, no todas las enfermedades provienen de pecar, por eso, cuando sanó al ciego de nacimiento, les dice claramente a sus discípulos, que no es por el pecado de él o el de sus padres, sino para manifestar su gloria entre los hombres. Como dice Juan 9:3 “Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”.
Pero sí debemos tener claro, que el perdón de pecados, golpea la raíz de la enfermedad más grande, la del alma, que es sanada cuando somos perdonados y reconciliados con Dios. La verdad es que no podemos recibir la sanidad completa del alma y el cuerpo, hasta que no nos encontremos en paz con Dios.
De todos modos, la sanación de un enfermo no puede atribuirse al aceite, sino a la oración, el aceite es sólo un símbolo de la presencia del Espíritu Santo en nuestra intercesión, por eso, nuestras oraciones no deben ser frías y formales, sino que deben ser con fe para que sean efectivas y siempre buscando primeramente la conversión del alma, llevando al enfermo a reconciliarse con Dios y pedir perdón.
La confesión mutua de nuestras faltas, trae paz y amor entre nosotros. Cristo hizo su obra en la cruz para que podamos pedir perdón directamente a Dios, pero también, muchas veces es necesario confesar nuestros pecados unos a otros para recibir sanidad dentro de la iglesia, o en nuestra familia, porque quizás hemos ofendido a otros con nuestro comportamiento y debemos buscar la reconciliación para ser sanados.
Recordemos que la oración del justo es siempre oída y nosotros hemos sido justificados por la obra redentora de Jesús, entonces siempre podemos orar los unos por los otros. Cada creyente es un sacerdote que puede interceder en favor de los demás y el Señor lo confirma en su Palabra en 1 Pedro 2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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