El llamado del Evangelio

Amado Señor, quiero venir a tu presencia cada día y dejar todas mis cargas en tus manos, sé que estás dispuesto a aligerarlas para que mi alma encuentre descanso en ti. Amén.

«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga».

Llevar el yugo de Cristo significa llegar a ser su discípulo dispuesto, es decir, uno que va a aprender de Él toda su vida. Confiar plenamente en Él. Puede implicar dificultades, enfrentar desprecio por creer en Jesús, mucho trabajo para ganar las almas, pero no hasta agotarse. El yugo de Cristo significa descanso, paz y realización de una vida unida con la de Él. Nos invita cuando estamos trabajados y cargados a descansar en su presencia.
La verdad es que la mayoría de los hombres mundanos se encuentran así. Se recargan de vanas preocupaciones por las riquezas, los placeres, la vanagloria, la ambición de poder y se vuelven esclavos de todas estas cosas. Los que trabajan duro por establecer su propia justicia, también trabajan en vano. Los pecadores están cargados de culpa y el creyente tentado y afligido se siente derrotado. Cristo hace la invitación a todos para que encuentren descanso para sus almas. Este es el llamado del evangelio.
Para ir a Cristo debemos tomar su yugo y someternos a su autoridad, debemos aprender de él todas las cosas acerca de su consuelo y obediencia. No debemos temer a su yugo, porque sus mandamientos son santos, justos y buenos y traen paz y gozo interior. Es un yugo cubierto con amor.
Una genuina relación con Dios transforma un trabajo fatigante y pesado en algo productivo y con propósito. Transforma una vida cansada en una vida vivificante. Una vida vacía en una llena de amor y paz.