El gran amor de Dios

«Papito Dios, te alabo y te doy gracias por tu gran misericordia, me amas tanto que aun cuando estaba muerto en mis delitos y pecados, tú me rescataste, me diste vida con Cristo y me has hecho tu hijo; por tu gracia, Señor, me has salvado, la gloria y la honra sean siempre para ti, amado rey Celestial, amén.»

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” Efesios 1:4-5

Comprender la inmensidad del amor de Dios, para nosotros puede ser tan inexplicable como estremecedor; buscar explicación humana al hecho de estar muertos en nuestros pecados y delitos y que solo por el amor y la voluntad de Dios nos de vida y salvación, puede parecernos obra digna solo de un gran valiente; pues, ese es nuestro Padre celestial, un valiente lleno de amor eterno que desnudó su santo brazo a la vista de todas las naciones para darnos su salvación. Si existe alguien que ame real e incondicionalmente, ese es Dios.
Dice su palabra, Dios es amor, como igualmente dice, el que no ama no ha conocido a Dios (1 Juan 4:8). Si verdaderamente conocemos a Dios, deberíamos amar como Él nos manda; “Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.” (1 Juan 4:11). Amar al prójimo y al enemigo, al que me bendice y al que me maldice, al que me ama y al que me aborrece; amar sin condición ni excepción.
Hermanos, realmente hemos recibido tanto amor, que en nosotros solo se debería ver reflejado eso, mucho amor. Amor a Dios, a los demás y a nosotros mismos. Amados de Dios, si nos podemos quedar cortos en entender el gran amor de Dios, que no sea así en aceptarlo para posteriormente reflejarlo.