El error de juzgar. Parte uno.
2020-02-11
1. Oración inicial
Señor Jesucristo, gracias por perdonar mis pecados, gracias porque me amaste a pesar de lo que soy y me diste una nueva oportunidad. Pon guarda en mi boca y no permitas que yo juzgue a la ligera, déjame mostrar tu amor, independientemente de las faltas de otros, no tengo derecho a juzgar, ni a criticar a nadie. Te pido espíritu de discernimiento para entender por lo que otras personas están pasando. Amén
2. Lee la palabra de Dios
“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido” Mateo 7:1-2
3. Reflexiona
Podríamos creer que este es un mandamiento fácil de obedecer, pero no lo es, la historia nos recuerda muchos errores de juicio que han causado heridas y dolor a nuestros semejantes. Pensar siempre lo mejor de los demás es un deber santo que debe mostrar nuestra benevolencia con otros. Palabras como: “esa persona no vale nada, o no sabe hacer nada, o no sirve para nada, etc.”, han esclavizado y anulado a mucha gente dotada de talentos y los han hecho miserables. Por eso, hay que cuidar nuestro hablar. La actitud condenatoria y crítica con que podemos dañar a otros, no es una actitud de amor. Es difícil encontrar a alguien que no haya sido culpable de algún juicio erróneo o que lo haya padecido de otras personas.
Hay varias razones para no juzgar a la ligera. La primera, es que a veces no conocemos totalmente las circunstancias que llevan a una persona a hacer o actuar de cierta manera. No juzguemos hasta que no nos metamos en los zapatos del otro y vivamos la misma situación. Si supiéramos lo que algunas personas han tenido que pasar, no las condenaríamos sino que las ayudaríamos.
Lo segundo, es que a todos nos es prácticamente imposible ser estrictamente imparciales en nuestros juicios. Una y otra vez presentamos reacciones instintivas e irracionales con la gente y más con los que no conocemos. Solo Dios puede juzgar, Él conoce los corazones.
Fue Jesús quién estableció la mayor razón por la que no debemos juzgar a otros y es que nadie es lo bastante bueno para juzgar a otro. Recordemos Lucas 6:42 “¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano”.
Si necesitamos atraer a otros a Cristo no los juzguemos, mostremos el amor incondicional de Dios y recordemos que es ese amor el que cubre multitud de faltas.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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