El Cordero que me sustituyó
2021-05-12
1. Oración inicial
«Padre amado, gracias porque no rehusaste dar a tu Hijo Jesucristo, tu Unigénito, como la provisión para salvarme. Lo entregaste en una cruz por mi pecado, fue el Cordero que me sustituyó para librarme de la muerte y la condenación eterna. Por lo que hiciste, mi Jesús, toda alabanza, gloria y honra sean dadas a ti, por los siglos de los siglos. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos”, Génesis 22:7-8
3. Reflexiona
¿Dónde está el cordero para el holocausto? Cuando leemos esta historia en el libro de Génesis sobre el sacrificio de Isaac, siempre enfocamos nuestra mirada hacia Abraham y su fe inquebrantable en Dios, pero si lo viéramos desde el punto de vista de Isaac, que era un joven que ya tenía edad para entender, que sin cordero no habría sacrificio y adoración a Dios, comprenderemos por qué le dice a su padre: “Hay leña, hay cuchillo, hay fuego, pero ¿dónde está el cordero?”
Esa pregunta era la que Abraham no quería escuchar de su hijo, cómo explicarle que Dios estaba probando su fe, hasta el punto de ofrecerlo a él, su único hijo, sobre el altar. Su respuesta fue una proclamación de lo que Dios iba a hacer: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío”. Su respuesta estaba fundamentada en la promesa que Dios había hecho, que él tendría una gran descendencia, como las estrellas del cielo o como la arena del mar y lo haría a través de Isaac y en su corazón tenía la certeza de que Dios cumpliría lo que había prometido.
Entonces, cuando suben hasta la cumbre del Moriat, Isaac, que es un hijo obediente y creyente en el Señor, con el pensamiento de que Dios va a proveer el cordero que faltaba, no trata de huir cuando su padre lo ata de manos y pies y lo coloca sobre el altar, sino que espera y sigue confiando en lo que Abraham le dijo. Hay un silencio entre ellos, hasta que su padre levanta el cuchillo y se dispone a sacrificarlo. Ese único hijo, estaba en silencio, obedeciendo hasta el final. Esto, debe recordarnos al Señor Jesús cuando en Isaías 53:7 dice: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”.
Aparece el ángel diciendo: “No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis 22:12). Podemos imaginar el alivio de Isaac al saber que sólo fue una prueba. Inmediatamente vieron el cordero entre las zarzas y Abraham lo sacrificó. Quizás Isaac mira el holocausto hasta ser consumido y piensa este es el cordero que me sustituyó.
Este relato es una tipificación de lo que el Padre celestial hizo por nosotros cuando proveyó un Cordero que nos sustituyera a nosotros en la cruz, su Unigénito Hijo que pagaría por los pecados de la humanidad. Jesús fue el Sustituto por nosotros, nos libró de la muerte, el pecado y la condenación eterna. Hoy demos toda la gloria a ese Cordero perfecto que merece toda alabanza, honra y honor, porque nos libró de la muerte que nos merecíamos y ocupó nuestro lugar.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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