El atuendo de tu gracia
2018-07-31
1. Oración inicial
Señor, gracias por exhortarme a deshacerme de todo lo que no te agrade de mi vida: tristezas, envidias, enojos y desconfianza que impiden que otros te vean en mí. Han sido muchos los regalos espirituales con los que me has dotado, quiero vestirme con tu presencia y que otros te encuentren en mí. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”, Colosenses 3:12-17
3. Reflexiona
En esta epístola, el apóstol Pablo nos hace un llamado ser auténticos y honestos en nuestra relación con los demás, y la razón porque debemos hacerlo es porque al recibir a Cristo en nuestro corazón, nos hemos desnudado o quitado el ropaje exterior con todas las cosas desagradables, pecados y vicios que teníamos. Nos hemos vestido con un nuevo vestido, que no está todavía terminado sino que se está perfeccionando cada día y es nuestra identificación con Cristo.
Nuestra meta es la identificación plena con nuestro Salvador llegando a ser una fiel copia de su imagen santa que ha sido distorsionada por nuestro pecado. Nuestra trasformación a su imagen es algo interno, pues tenemos una nueva naturaleza como dice 2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. Nada sacamos con aparentar ser lo que no somos ante los demás. Se nos ordena vestirnos como escogidos de Dios, por eso nuestro cambio no debe ser lo externo, sino interno reflejando a Cristo mismo.
El ser creyentes no implica que nos aislemos del mundo; todo lo contrario, debemos permanecer en él, siendo una luz que proyecta el amor de Dios hacia las personas y sus necesidades, para esto debemos estar vestidos del atuendo de la gracia, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, perdonando y soportando (ayudando) a los más débiles.
Fuimos elegidos por Dios con un propósito especial: glorificarle. Nuestra manera de comportarnos entonces debe ser diferente a la del mundo, mostrando las nuevas prendas espirituales: amor, misericordia, benignidad, dulzura, humildad, paciencia, mansedumbre, tolerancia, espíritu perdonador, espíritu de servicio, profunda compasión por los demás, resaltando que la Palabra de Dios mora en abundancia en nuestro corazón, llenándonos de sabiduría para hablar al dirigirnos a otros, impregnando de gozo a los desalentados con cánticos e himnos espirituales.
Teniendo nuestra vida llena de todos estos dones de nuestro amado Señor, no salgamos desnudos, vistámonos de amor que es la prenda más importante. El amor no es algo estático, es acción, es hacer. Solamente cuando entendamos esto podremos decir que es un lazo de unión perfecta y debemos adornarlo con todos los otros atavíos con los que hemos sido implementados.
Nuestro modelo en las relaciones interpersonales es Jesucristo, copiemos ese modelo lo mejor posible y empecemos por ser testimonio primero en casa y tener así la autoridad moral para ser modelos de virtud fuera de ella con todos los que nos rodean.
Nuestra vida debe estar entonces llena del Espíritu Santo dador de la gracia y de todos los dones espirituales. Demos gracias a Dios por todo lo que Él es, por lo que Él ha hecho y por todo lo que nos ha dado.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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