El Amor en Acción produce Adoración. Parte 1

«Padre Dios, gracias por poner tu amor en acción, te adoro y me rindo a ti pidiéndote en el nombre de tu Hijo Jesús, me ayudes con tu Santo Espíritu a poner el amor que has colocado en mi corazón también en acción y así darte una verdadera adoración, amén.»

“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” Juan 4:23-24

Al ver el Amor en Acción, es decir, al ver al Padre Celestial entregar a su amado Hijo por amor a mí; al observar al Salvador, el Señor Jesucristo, morir en una cruz demostrándome su gran amor; y al mirar al Espíritu Santo atrayéndome a diario con cuerdas de amor a Él, lo único que puedo hacer es caer rendido a los pies de mi Dios, y exaltarlo por tan grande amor.
Yo un pecador, al arrepentirme y al creer en Jesucristo y en su obra salvadora, comprendí cuanto fui amado, soy amado y seguiré siendo amado por el único y verdadero Dios, el Santo, Santo, Santo (Apocalipsis 4:8), el Eterno (1 Timoteo 1:17), el Verdadero (Jeremías 10:10), el Justo (Salmo 11:7), quien se merece todo honor y gloria por los siglos de los siglos (Apocalipsis 7:12).
Al conocer el Amor de Dios Padre, y el saber que hemos sido adoptados como hijos suyos debe producir en nosotros Adoración, es decir, nuestra reverencia y respeto, pues sin merecerlo, por gracia y por el puro afecto de su voluntad decidió adoptarnos como hijos suyos por nuestra fe en Jesús. (Efesios 1:3-5).
Al conocer el Amor de Dios Hijo, y el saber que hemos sido salvados por gracia y amor debe producir en nosotros Adoración, es decir, nuestra rendición y obediencia, pues sin merecerlo, al depositar nuestra fe en el Señor, se nos ha regalado perdón de pecados, salvación y vida eterna (Efesios 1:7-14).
Al conocer el Amor de Dios Espíritu Santo, y el saber que por amor somos ayudados diariamente a vivir como Jesús, debe producir en nosotros Adoración, es decir, nuestra disposición y servicio, pues solamente nuestro Dios es merecedor de ser respetado y servido (Deuteronomio 6:13).
Pidamos al Espíritu Santo poner también nuestro amor en acción por medio de la adoración, pues Dios hoy está buscando verdaderos adoradores. (Juan 4:23-24).