El afán y la ansiedad
2016-12-22
1. Oración inicial
Señor, no nos permitas caer en ansiedad y angustia, ni en las preocupaciones inquietantes, distractoras y desconfiadas, ni por las cosas de esta vida, ni por nuestro futuro. Afianza nuestra confianza en ti porque tú sabes de qué tenemos necesidad y siempre las suplirás en el momento preciso. Tú eres nuestra compañía en cada paso que damos.
2. Lee la palabra de Dios
«Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.», Mateo 6:25-36
«Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.», Filipenses 4:6-7
«Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.», Salmo 42:11
3. Reflexiona
La Biblia nos exhorta que por nada estemos afanosos, sino que llevemos todas nuestras peticiones delante de nuestro Padre, para que él las supla en su tiempo. La paz en nuestro corazón y nuestra mente es el fruto de saber que Dios tiene el control. Oremos más, pero no para ganar méritos por el exceso de palabras, sino para trasladar todo el peso de lo que está en nuestras almas a las manos de Dios. La oración y la paz están íntimamente vinculadas.
No debemos preocuparnos por aquellas cosas que Dios promete suplir. La preocupación puede dañar nuestra salud, la angustia puede consumir nuestros pensamientos, mermar nuestra productividad, afectar de forma negativa el trato con los otros y reducir nuestra capacidad de confiar en Dios. Con sabiduría el Señor Jesús dijo: ¿Quién de vosotros podrá, por mucho que se angustie, añadir a su estatura un codo? En vez de angustiarnos el Señor nos llama a confiar y a descansar en Él. Que la voz de Cristo nos de la calma, porque el tiene cuidado de nosotros. Busquemos primeramente su compañía y el nos dará todas las añadiduras de este mundo.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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