El advenimiento de Cristo está cerca
2018-06-04
1. Oración inicial
Señor Jesucristo, cuánto anhelo tu segunda venida, motívame a vivir en santidad y dame diligencia para compartir el evangelio a toda criatura, quiero traer alegría a tu corazón ganando almas para ti y recibirte con gozo y alegría como nuestro Rey eterno. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían. Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”, Lucas 19: 37-44
3. Reflexiona
Esta escena del evangelio es una de las más conmovedoras. Jesús llora por la ciudad de Jerusalén, por su ceguera espiritual y su incredulidad. Se había manifestado abiertamente a su pueblo como el Mesías, pero lo rechazaron. Ese mismo dolor siente Jesús hoy por las almas perdidas, por aquellos que lo rechazan.
Su anhelo es que todos los hombres se arrepientan y sean salvos. Él puede mirar anticipadamente las miserias que aguardan los que no lo aceptan como su Salvador. Sus lágrimas son de compasión por Jerusalén, pronuncia una sentencia con dolor en su corazón. Había esperado una respuesta diferente de su pueblo, sabía que las aclamaciones como el “Bendito que viene en el nombre del Señor”, eran pasajeras. Sus corazones aclamaban a un rey terrenal, no entendieron que su reino no era de este mundo, ellos estaban ciegos a la verdad y días después lo entregarían para ser crucificado.
Jesús conoce el valor de las almas, el peso de la culpa por el pecado y la opresión que hunde a la humanidad. Por eso nos ha colocado para que gritemos, si es necesario, que Él es la única esperanza de salvación para todo aquel que atiende a su Palabra y le reconoce como su Señor. “Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían”.
Es el mismo corazón de Dios que se derrama a través de Jesús, es la encarnación de la vida y el amor de un Padre que se conmueve por el hombre pecador y que es capaz de entregar a su unigénito Hijo en una cruz, para rescatar y liberar a la humanidad de la condenación eterna.
El advenimiento de Cristo como Rey está acerca, viene a juzgar a las naciones. Esto nos debe motivar a una vida de mayor santidad y compromiso de compartir las buenas nuevas a todo el mundo. Este pasaje es un toque de llamado a la conciencia adormecida del hombre, es una conmovedora motivación al arrepentimiento. ¿Estamos preparados para decir: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor?
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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