Doblar rodillas ante Dios
2019-11-22
1. Oración inicial
Señor, vengo ante ti con corazón contrito y humillado, reconociendo mi necesidad de ti, pero también te pido que me muestres todo aquello que no te agrada de mí y me des la fuerza para dejarlo. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.”, Lucas 22:41-44
3. Reflexiona
No hay una posición física más aceptable que otra para Dios, cuando oramos, pero sí una disposición y una actitud que le agrada cuando vamos a su presencia: que arrodillemos nuestro corazón, dejando todo orgullo, que vayamos con un corazón arrepentido, porque el Señor no desprecia a quien con sinceridad se humilla y se arrepiente (Salmo 51:17).
Esta humillación, no es el concepto humano de ofensa, sino el de ir con humildad ante Dios y reconocer nuestra necesidad de Él y nuestro pecado, porque Dios anhela que doblemos todo orgullo, que lo adoremos con pleno conocimiento de quién es Él, de su santidad, poder y su gran amor; por esto se revela a sí mismo a través de la Palabra de Dios, la cual nos va enseñando a reconocerlo en todos nuestros caminos, a no creernos sabios ni entendidos en nuestro propio entendimiento.
Entonces, arrodillarnos ante Dios se trata de reconocer que Él no mira lo que miramos nosotros sino que conoce nuestro corazón (1 Samuel 16:7) y mira nuestra actitud hacia el prójimo, si verdaderamente le hemos perdonado la ofensa (Mateo 6:14,15), si de verdad pedimos con fe (Santiago 1:6) y conforme a su voluntad (1 Juan 5:14), además, si lo que pedimos es sin egoísmo (Santiago 4:3), si igualmente tratamos a nuestra esposa con ternura y dignamente (1 Pedro 3:7), para que nuestra oración no sea estorbada y si reconocemos con humildad cuando fallamos ante Él (Lucas 18:9-14). Luego de este autoexamen, podemos contestar si nos estamos, verdaderamente, arrodillando ante Dios.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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