Disciplina
2024-08-10
1. Oración inicial
«Padre bueno, qué bendición ha sido el ser adoptado como tu hijo, pues tengo al mejor y más excelente Padre, a ti que eres bueno y perfecto. Gracias por cada día permitirme crecer en tu conocimiento y someterme a tu autoridad, pues sé que aunque frecuentemente me ejercitas en disciplina, lo haces con propósito y amor, gracias, Señor, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” Hebreos 12:11
“pero este para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.” Hebreos 12:10b
3. Reflexiona
Teniendo en cuenta lo que dice la Escritura en Hebreos 12:6a, “Porque el Señor al que ama, disciplina,” debe ser de nuestra total aceptación y sumisión que, conforme Dios lo disponga para cada uno, recibamos su disciplina. La disciplina que viene de Dios, se entiende no sólo como un acto de castigo o corrección, sino más como un proceso de entrenamiento, enseñanza y dirección para hacer lo correcto. Hebreos 12:5b dice “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;” sino que, por el contrario, nos hemos de sentir muy amados y privilegiados, pues el Señor nos está tratando como a hijos (Hebreos 12:7-8).
Hay un propósito muy especial y grande por el cual somos disciplinados por el Señor, y es para que participemos de su santidad, cuanto más el Señor nos corrige esas malas conductas y nos enseña y guía a hacer lo justo, más se va formando en nosotros el carácter santo de Cristo, y esto aunque nos cueste en nuestro interior y nos cause tristeza, finalmente producirá en nosotros un mayor gozo, pues experimentaremos el descanso que Jesús promete cuando dice “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;” (Mateo 11:29).
Hermanos, no nos cansemos de someternos a Dios y de resistirnos a nuestros deseos pecaminosos, sino que perseveremos en el conocimiento de la voluntad de Dios y permitamos que el poder transformador de su Espíritu nos convierta en esos hijos santos, humildes y obedientes que Dios quiere hacer de cada uno de nosotros.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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