Dios se preocupa por nosotros
2018-07-10
1. Oración inicial
Señor Amado, enséñame a habitar en tu presencia y a refugiarme bajo la sombra de tus alas, tú eres mi protección y mi refugio en los momentos difíciles, gracias por tu fidelidad y provisión en mi diario caminar. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó. Le halló en tierra de desierto, y en yermo de horrible soledad; lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo. Como el águila que excita su nidada, Revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, os lleva sobre sus plumas”, Deuteronomio 32:9-11
3. Reflexiona
La verdadera protección de nuestra vida está en las manos de Dios. En este pasaje las alas de las águilas son un símbolo de la protección divina. Las águilas no sólo emplean sus grandes y robustas alas para planear en el aire sino que cubren a sus polluelos cuando soplan vientos fríos o para resguardarlos del inclemente sol.
Así es la bondad de Dios y su preocupación por nosotros. El cuidado que el águila da a sus crías es un emblema del amor de Cristo que vino a darse a sí mismo para rescatarnos y derrotar a todos nuestros enemigos espirituales, el pecado, Satanás y el mundo con todos sus deleites.
La fidelidad de Dios muestra su naturaleza de amor, compasión y misericordia para con sus hijos. Por eso, nos sacó del lodo cenagoso del pecado y nos atrajo con lazos de amor para instruirnos y guardarnos. Nos redimió de la esclavitud del pecado para que fuésemos su pueblo, para que participemos de sus propósitos eternos.
La providencia de Dios sustenta nuestras vidas en nuestro caminar diario y muestra la protección de un padre que cuida de su niña especial. Por eso es guía cuando pasamos por desiertos, es fuerza cuando enfrentamos vientos impetuosos de calamidades y problemas. Es ayuda cuando cambia nuestra aridez en abundancia, cuando suple todo lo que nos falta y es paz cuando cambia nuestra tristeza en gozo.
Si somos tan especiales para nuestro Dios, debemos ser entonces un pueblo santo, separado para Él, para servirlo y adorarlo. No hagamos lo que hizo el pueblo de Israel, que a pesar de la provisión sobrenatural de Dios en el desierto y su bendición en la tierra prometida lo abandonaron y adoraron dioses ajenos. No despreciemos la Roca que nos ha salvado que es Jesucristo y dependamos completamente de su gracia y amor divino. Esconder nuestro rostro de Él es quitar su protección de nuestras vidas. Recordemos lo que dice el Salmo 91:1 “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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