Dios nos da su Espíritu
2018-12-20
1. Oración inicial
Amado Jesús, gracias por tu obra perfecta en la cruz para remisión de mis pecados, por el regalo más precioso que me has dado y es la presencia de tu Santo Espíritu en mi corazón desde el día en que te recibí como mi Dios y mi Salvador, por incorporarme a tu cuerpo que es la iglesia y saber que te pertenezco. Ayúdame a vivir siempre en tu plenitud. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
«respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego», Lucas 3:16
«Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios», Juan 1:33-34
3. Reflexiona
Juan Bautista empieza su ministerio hablándoles de purificación a las multitudes que iban a bautizarse. Lo que él hacía era una simple ceremonia de bautismo de lavamiento para el arrepentimiento de los pecados. Reconocía el poder y la autoridad de Jesús sobre él, tenía un espíritu de servicio humilde, magnificando el poderío de Cristo.
Juan sumergía a las personas que mostraran evidencia de haber confesado sus pecados para perdón, aquellos que habían tomado la decisión de dejar la adoración a los ídolos para reverenciar al único y verdadero Dios, por eso aclara que él no es el Cristo, que hay uno que viene detrás de él que es más poderoso, más santo y más glorioso, que bautizará con Espíritu Santo y fuego, un poder sobrenatural capaz de consumir el interior de los seres humanos.
Somos hechos de nuevo cuando somos bautizados con el Espíritu Santo. Cuando venimos a Cristo y nos convertimos, Dios nos da su Espíritu y somos incorporados al cuerpo de Cristo, y le pertenecemos. Romanos 8:9b “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”.
Juan Bautista proclamó la doble misión de Cristo: primero como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y segundo su ministerio por medio del bautismo con el Espíritu Santo, que ocurrió 50 días después de su resurrección. Diez días después de la ascensión vino el Pentecostés, se había cumplido la promesa de Juan 16:7 “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré”.
Desde aquel día, el Espíritu Santo ha morado en el corazón de los verdaderos creyentes y nos une por la simple acción de su presencia en el cuerpo místico de Cristo, que es la iglesia. Hemos recibido un inmerecido y no ganado don de gracia, para poder vivir la vida cristiana con su dirección, pues como dice Romanos 8:14 “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”.
El Señor nos dio su Espíritu para limpiar y purificar nuestros corazones, pidámosle que con su fuego borre la escoria que hay dentro de nosotros para ser moldeados y hacernos nuevas criaturas. Ya tenemos su Espíritu, ahora procuremos estar siempre llenos y controlados por Él, experimentando su plenitud.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn