¿Dios es mi prioridad?
2018-06-08
1. Oración inicial
Amado Señor, ayúdame a tener una relación de amor, continua, sincera y de intimidad contigo, quiero que mi alma esté apegada a ti para que yo mengüe y tú crezcas cada día más en mí. Quiero ser como tú y experimentar tu poder y tu gloria en mi vida. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario. Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán. Así te bendeciré en mi vida; en tu nombre alzaré mis manos. Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, y con labios de júbilo te alabará mi boca, cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche. Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha sostenido”, Salmo 63:1-8
3. Reflexiona
Este salmo muestra la relación íntima de David con Dios, que se expresa en todo momento y aun en su tiempo de descanso cuando puede meditar en su cama, en la Palabra y en todo lo que ha sucedido durante el día. No es una comunión silenciosa pues el salmista dice que con labios de júbilo alaba al Señor por todo lo que ha hecho a su favor. Se siente saciado de bendición y protegido en los momentos de angustia.
Esa es la relación que Dios anhela con nosotros, que nuestra alma esté apegada, agarrada del Señor de tal manera que sea siempre nuestro refugio. ¿Con qué frecuencia alabamos al Señor por todas las bendiciones que nos ha dado? A veces somos ingratos con Dios y no recordamos que siempre nos ha sostenido con su brazo poderoso. Para David estar con Dios era su prioridad y su deleite.
¿Cuánto deseamos estar en su presencia? Si tan sólo recordáramos los resultados extraordinarios que vienen a nuestra vida personal al estar en continua comunión con Él, sería siempre lo primero en nuestra vida. Su amor, su poder, su misericordia estarán todos los días con nosotros. Aumentaría nuestra fe, nos llevaría a la consagración total, andaríamos más en santidad y traería equilibrio, certeza, paz a nuestras emociones y fortaleza espiritual para soportar cualquier desierto por el que pasemos.
Qué hermoso poder decir como David: “mi alma está apegada a ti”. Cuando uno se aferra al Señor aprende a ser como Él. Aprendemos de su sabiduría e inteligencia, aprendemos a hablar como Él, a ser misericordiosos y buenos, a andar en libertad haciendo lo agradable, a estar seguros y unidos. Este himno de alabanza es un ejemplo de cómo adorar de verdad a Dios: Con nuestros labios, manos, alma, boca y mente, con todo nuestro ser. También nos enseña que debemos congregarnos para experimentar su poder y su gloria cuando estamos reunidos.
Descansemos bajo la sombra de sus alas en la seguridad que solo Dios nos puede sostener cuando vivimos en comunión con Él. Es necesario que nuestra comunión con Cristo sea creciente.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn