Dios envió ángeles para rendir homenaje a su Hijo
2018-12-17
1. Oración inicial
Amado Padre, gracias por el regalo maravilloso de tu Hijo Jesucristo para el perdón de mis pecados, por la paz que has dado a mi corazón por tu salvación. Como a esos pastores dame un corazón humilde y amoroso para testificar a todos los que me rodean, de que eres el Señor y el Salvador del mundo. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
«Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!», Lucas 2:8-14
3. Reflexiona
Hasta el mínimo detalle estuvo en la mente de Dios para seguir revelando a su Hijo. Podríamos preguntarnos: ¿por qué unos humildes pastores fueron los primeros en enterarse que el Salvador de este mundo había nacido? Los pastores de la región eran los que abastecían las ovejas para los sacrificios en el templo, sacrificios que se hacían para el perdón de pecados, pero como dice la palabra de Dios “no podían hacer perfectos a los hombres, de modo que se ofrecían una y otra vez, pues la sangre de los toros y los machos cabríos no podían quitar los pecados” (Hebreos 10:1-4). También podría decirse que el anuncio llegó primero a ellos, pues Dios busca corazones humildes que deseen aceptarlo.
Esa noche de Navidad Dios mostró su gran amor por la humanidad enviando a su Hijo amado para que sea la provisión y el Cordero perfecto para quitar el pecado. Como lo dijo Juan Bautista cuando lo precedió “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29.
Los ángeles les dieron las buenas noticias a los pastores de que el Salvador había nacido y los invitaron a recibir al Cordero de Dios. ¡Qué anuncio tan asombroso! La señal era algo abrumador en contraste con lo que acababan de oír de Él, encontrarían al Rey Salvador, al que los cielos no pueden contener, acostado en un humilde y maloliente pesebre.
Los pastores sintieron miedo al principio ante tanto resplandor de la de gloria de Dios desplegada en los cielos, pero después se llenaron de gozo al saber que había nacido el Mesías prometido, por eso corrieron a ver al recién nacido y después divulgaron la noticia.
La historia del nacimiento de Jesús resuena con música en el lugar más elevado de la alabanza, el cielo, con el cántico de los ángeles expresando no sólo la Gloria y la Magnificencia del Salvador, sino que nos lleva a reflexionar que nunca alcanzaremos la paz entre nosotros si antes no alcanzamos la paz con Dios: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” En medio del nacimiento del Mesías, Dios extiende su favor a la humanidad que no ha hecho nada para merecerlo y le concede su paz sólo por su obra redentora.
Dios testificó así del nacimiento de su Hijo. Ahora si hemos invitado a Jesús a nuestra vida y hemos alcanzado la paz, no podemos dejar de testificar de nuestro gozo a todos los que nos rodean.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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