Dios da la victoria a los que en Él confían
2019-07-01
1. Oración inicial
Amado Padre, gracias por tu Palabra, por enseñarme que cuando me enfrento a una situación difícil debo volver mi atención para buscar tu rostro y no desperdiciar un minuto en preocuparme o estar ansioso, sino determinar que mis ojos estarán puestos en ti y mi corazón firme en tus promesas con la plena certidumbre de que tu escuchas mi petición. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra. Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi. Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová”, 2 Crónicas 20:1-4
3. Reflexiona
El rey Josafat enfrentaba un gran peligro cuando su reino fue amenazado por una gran multitud de moabitas, amonitas y sirios que se habían unido en su contra. Frente a esta situación se humilló en la presencia del Señor para buscar su rostro y pedir dirección. Pregonó un ayuno en toda la nación y ese llamado fue escuchado por un gran número de personas, que se unieron a una voz para clamar ayuda al único y verdadero Dios.
Cuantas victorias obtendremos en nuestra vida si entendiéramos la importancia de la fuerza unida de oración, cuando un pueblo, una familia entera, una comunidad o simplemente dos personas se ponen de acuerdo para orar, suplicando el favor de Dios. Varios relatos bíblicos nos muestran a hombres y mujeres que se vuelven una sola voz para interceder delante de Dios y como Él ha escuchado su ruego.
El secreto de Josafat era su temor a Dios, en momentos de dificultad no buscó alianza con otros pueblos, no buscó ayuda en dioses ajenos, no buscó otros medios para resolver el problema, sino que se humilló delante del verdadero Dios y como líder animó a la gente bajo su reinado a temer y a servir al Señor de todo corazón. Como resultado, conquistó la mayor de las victorias de su vida. Que bendición sería si hoy se levantarán líderes de este calibre, temerosos de Dios y que con intercesión cambien el destino de una nación.
En el versículo 15 de 2 de Crónicas aparece una de las más reconfortantes promesas para los creyentes cuando nos enfrentamos a situaciones desesperadas, cuando el problema es gigante o cuando luchamos contra una gran multitud. “y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios”. La confianza en esta palabra sumada a nuestra actitud de buscar el auxilio divino, ayunar, orar y alabar son elementos claves para que la mano de Dios se mueva.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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