Dios cuida a sus hijos
2021-08-06
1. Oración inicial
«Señor, te alabo y te doy gracias por tu cuidado y protección; yo en paz me acuesto y así mismo duermo porque sólo tú me haces vivir confiado. Gracias por ese amor incondicional y por tu Palabra que me revela tu poder y tu bondad. Te pido que me ayudes a poner, cada vez más, toda mi atención y mi confianza en lo que tú dices y no en lo que los demás piensan, en el nombre de Jesús. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón.” Salmos 91:11-13
3. Reflexiona
¿Le has dicho a Dios con fe: “tú eres mi Dios, mi esperanza, mi castillo, en ti pongo mi confianza”?
Cuando nosotros depositamos realmente nuestra fe en Dios, debemos estar seguros y tranquilos de que, de todo lo que sucede en nuestro día, Dios tiene el control; si es así no tenemos por qué vivir en temor y angustia a causa de los terrores de la noche, las flechas del día, las pestes de la oscuridad o la mortandad que a pleno día destruya; pues, el Señor siempre cuida nuestra entrada y nuestra salida (Salmos 121:8).
Su Palabra dice que Él nos librará del lazo del cazador y de la peste que destruye, porque con sus plumas nos cubrirá y bajo sus alas estaremos seguros; pueden caer miles a nuestro lado, pero nosotros estaremos sanos; no habrá plaga que toque nuestra morada (Salmos 91:3-4, 10).
El Dios para el cual nada es imposible nos dice: porque me has amado, yo te libraré; te pondré en alto por cuanto has conocido mi nombre. Cuando me invoques, yo te responderé, contigo estaré en la angustia; te glorificaré. Te saciaré de larga vida y te mostraré mi salvación (Salmos 91: 14-16).
Debemos confiar y esperar pacientemente en el propósito que Dios tiene con cada suceso de nuestra vida, tenemos un Dios omnisciente cuyos pensamientos son más altos que los nuestros y cuya voluntad es buena, agradable y perfecta (Isaías 55:8-9, Romanos 12:2).
Nuestra tarea de nunca acabar es la de orar, ese es el camino seguro; poner todo en manos de Dios, para tener la certeza de que lo que a nosotros llega, es por su intervención, y para poder aceptarlo en la paz que Él nos da.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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