Despierta mi corazón
2022-07-04
1. Oración inicial
«Señor Jesucristo, en algunos momentos decido alejarme de tu dulce amor y seguir mis propios caminos, no te encuentro porque no te busco, me distraigo de lo eterno y me pierdo en lo superfluo. Por favor despierta mi corazón, despiértame del sueño en el que me encuentro, sopla aliento de vida y lléname con tu Santo Espíritu. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Abrí yo a mi amado; pero mi amado se había ido, había ya pasado; y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; lo llamé, y no me respondió”. Cantares 5:6.
3. Reflexiona
Siguiendo con la serie de devocionales basados en el libro Cantar de los Cantares de Salomón nos encontramos con estos versículos del capítulo 5. Al parecer la sulamita (una esposa enamorada), que se encontraba prisionera por el rey Salomón y lejos de su gran amor (un humilde pastorcillo), tiene un sueño perturbador: poco después de la boda el pastorcillo viene a buscarla con desesperación, pero ella no se levanta a abrirle, las razones para no hacerlo son en extremo triviales «Me he desnudado de mi ropa […] me he lavado los pies» (Vs 3), su esposo continúa con insistencia llamando a la puerta, pero cuando ella se anima a abrirla ya es demasiado tarde «su amado se había ido».
Suele suceder que después del primer amor por Jesucristo y su evangelio, nos adormecemos y sin ninguna razón menguamos en nuestra tarea de cultivar nuestra relación de amor y de amistad con Él. Nos pasa como a la sulamita, no le abrimos la puerta a nuestro amado aún cuando lo escuchamos golpear con desesperación.
Afortunadamente para la sulamita y para nosotros esta historia tiene un final feliz, la sulamita se despierta del sueño y ahora con un deseo mayor que el primero lucha por su amor ausente; el rey Salomón no tiene más opción que dejarla ir a encontrarse con el pastorcillo. El Espíritu Santo es el único que nos puede despertar el corazón del adormecimiento espiritual en que a veces nos sumimos, Él no solamente puede, sino, que anhela hacerlo, la promesa es esta: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”, Mateo 7, 7-8.
Jesucristo, el que ama nuestra alma, no se irá jamás.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
Escúchanos en Spotify
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn