Desnudó su brazo
2018-01-18
1. Oración inicial
Amado Dios, gracias por desnudar tu brazo santo para salvarme y rescatarme del abismo del pecado y por entregar a tu Hijo en propiciación por todos mis pecados, mis enfermedades y mis dolencias. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Jehová desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro”. Isaías 52:10
«No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. Isaías 41:10
3. Reflexiona
Esta expresión “desnudó su santo brazo” significa que “Dios se subió las mangas” para rescatarnos. Igual que uno lo hace cuando algo se nos cae en el agua y necesitamos recuperarlo. Los guerreros se desnudaban el brazo para entrar en la batalla. Dios lo hizo para redimirnos, extendió su brazo y nos sacó del abismo donde nos encontrábamos. Rescató nuestra vida del engaño del pecado y nos compró con el precio de su sangre preciosa, nos liberó de la esclavitud. El evangelio suelta las ataduras del pecado, del temor, de la culpa y nos da la libertad en Cristo.
Antes de nuestra conversión, el estado eterno traía dudas y temores a nuestro corazón, pues estábamos condenados, muertos en nuestros pecados y sin esperanza. La agonía en el huerto y en la cruz fue el pozo de desesperación y el lodo cenagoso que Cristo padeció por nuestra iniquidad. Ocupando nuestro lugar, Él llevó sobre su cuerpo todas nuestras enfermedades, sufrió todos nuestros dolores, fue abatido por nuestros pecados, estuvo en el lugar de perdición y sintió nuestra soledad al estar separados del amor de Dios.
Ahora ya no debemos temer, Él es nuestro Redentor que nos salvó, nos afirmó con su brazo y escondió nuestra vida en Él, la Roca eterna. Ya no estamos separados, ahora Dios está presente en nuestras vidas ayudándonos con su fuerza en los momentos de dificultad.
Juan 10:28 “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”. Este pasaje nos da la plena seguridad de que Cristo no nos soltara de su mano, ni permitirá que nada ni nadie nos arrebate de su lado. Qué promesa tan grande. Tenemos vida eterna y su constante presencia y amor.
El Señor no se cansa, no se rinde de extender su brazo de amor y compasión, mira más allá de la naturaleza humana para rescatar a los que están perdidos, Él ama al pecador y seguirá buscando la oportunidad para acercarse, redimirlo y sacarlo de la perdición del mundo donde se está ahogando.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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