¿Dependientes o independientes?
2019-09-07
1. Oración inicial
Señor, quiero decidir mi vida a partir de tu Palabra y a tu guía; forma en mi corazón el carácter de Jesús, para poderte servir y hacer tu voluntad. Amén
2. Lee la palabra de Dios
“Vuestra perversidad ciertamente será reputada como el barro del alfarero. ¿Acaso la obra dirá de su hacedor: No me hizo? ¿Dirá la vasija de aquel que la ha formado: No entendió?”, Isaías 29:16
» Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.”, Jeremías 18:3-4
3. Reflexiona
Hoy vemos el colmo de la necedad del hombre, negando a su diseñador y su hacedor. Este pasaje de un libro escrito hace 750 años aproximadamente, nos revela cómo en su rebeldía el hombre niega aun su propia naturaleza, negando a su creador, no reconoce lo limitado de su propio andar, ni mide sus días (Salmo 90).
Al negar a nuestro alfarero nos hacemos nuestros propios dioses y ¿qué consecuencia tiene rechazar a Dios y seguir de manera independiente? Para entenderlo, hay que reflexionar lo que la Biblia nos cuenta acerca de lo que ocurrió en el huerto del Edén: Dios en su amor, permitió que el hombre tuviera el árbol del conocimiento del bien y del mal, y el árbol de la vida, le colocó la decisión de vivir guiado por Él o que viviera independientemente de Él.
El hombre eligió vivir bajo su propio juicio, colocar sus propios límites de lo bueno y lo malo, y por esto recogió las consecuencias, ya que sólo Dios que lo formó es un Dios santo, que hace justicia, y por lo tanto sólo Él puede definir la ley moral.
Esta historia se repite día a día, siempre tenemos la opción de hacer las cosas de la mano de Dios, pero nuestra tendencia al pecado, a vivir independientemente, nos lleva al “yo puedo solo”, “no necesito de nadie”. Nos conduce a inventar nuestras propias leyes y en esa autosuficiencia, al final se recogen las consecuencias de dolor y pérdida.
Entonces nos damos cuenta que no somos nuestros propios creadores, ni producto de la casualidad, que necesitamos que Dios forme en nosotros, con su amor, el carácter de Cristo, para poder vivir y decir como Él: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” (Juan 4:34).
Coloquémonos en las manos del Alfarero, por medio de la fe en su hijo Jesucristo, dejemos de actuar sin depender de Dios y a ser nuestros propios dioses, ¿se equivocará quien nos ama y nos hizo al guiar nuestra vida? Claro que no.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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