Del amor del Padre al amor del Hijo

«Padre, gracias por enviar a Jesús a morir por mis pecados, gracias por ese gran amor que me rescató, por eso mi anhelo es conocer y disfrutar de ese amor derramado en mi corazón por tu Espíritu, cumpliendo el propósito que me diste en Cristo, en el nombre de Jesús. Amén.»

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”, Juan 3:16

El amor del Padre fue tan grande, tan inmenso, que dio a su propio Hijo por nosotros, y cuando su Palabra dice “de tal manera amó al mundo”, se está refiriendo a que de tal manera te amó a ti y a cada uno de nosotros, que entregó a su propio Hijo, para que nuestra alma no fuera destruida por nuestros delitos, pecados y rebeliones.

Este amor inmenso del Padre se reveló a través de Jesús, y cuando conocemos y recibimos el amor del Hijo como un regalo maravilloso, encontramos nuestro propósito. Así como el Hijo tenía un propósito al venir al mundo, a hacerse hombre y morir en la cruz para nuestra salvación (Filipenses 2:6-11), así también cuando Cristo nos encuentra a nosotros, por fin, encontramos el verdadero propósito de nuestra vida.
Entonces, si quieres encontrar el propósito para el cual viniste a la tierra, debes conocer el amor de Cristo y experimentarlo a diario.

Cristo también tuvo que tomar la decisión de venir a salvarte, porque Él estaba en un principio con el Padre, siendo igual a Dios, se despojó, por amor a ti, de todo para salvarte del pecado (Juan 1:1, Filipenses 2:6).

Ya que este amor es tan importante y define el resto de nuestra vida, la invitación es a conocerlo por medio de una vida de íntima relación de amor con el Padre, la cual fue restaurada por el amor del Hijo.