De la abundancia del corazón habla la boca
2016-12-28
1. Oración inicial
Señor, danos sabiduría para hablar, que no pequemos con nuestra lengua, hablando necedades y blasfemando tu nombre. Que nuestras palabras edifiquen, enseñen y conforten a los demás, y nuestra boca sea un instrumento para anunciar tu evangelio y proclamar bendición en este mundo.
2. Lee la palabra de Dios
«Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol. ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.», Mateo 12:31-27
3. Reflexiona
Los que rechazan la voz del Espíritu Santo rechazan la única fuerza que los puede guiar al arrepentimiento y a la restauración de su relación con Dios. Esto es lo que la Biblia llama la blasfemia contra el Espíritu de Dios. Jesús nos recuerda que todo lo que decimos revela lo que hay dentro de nuestro corazón. Reflexionemos hoy como estamos hablando, quizás si nuestras palabras son ásperas, sucias y ofensivas revelen que nuestro corazón está lleno de resentimientos, odio, venganza, celos, envidias, temores, etc. No implica solo cambiar el vocabulario, hay que cambiar el corazón. Tenemos que permitir al Espíritu Santo que nos llene con actitudes y motivos nuevos y nuestro vocabulario se limpie desde adentro.
La Palabra de Dios dice que Jesús jamás pecó, esto quiere decir que cuando hablaba lo hacía con sabiduría, ordenaba sus ideas, guiaba, enseñaba, corregía y alentaba con mucho cuidado. Si queremos ser como Cristo, debemos permitir que su amor y compasión llenen nuestro corazón. Midamos nuestras palabras y pensemos antes de hablar.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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