Darnos sin reservas
2016-08-28
1. Oración inicial
Señor Jesucristo, quiero darme sin reservas a ti, darte mi corazón para que lo limpies y transformes en un corazón humilde, sensible a tu voz. Quiero servirte con todo lo que tengo, dando lo mejor de mí y hablando a otros de tu bondad y amor, para que te conozcan y disfruten de tu salvación. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza. Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella. Pero Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis. Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella”, Marcos 14:3-9
3. Reflexiona
Pensemos en algo. ¿Derramó Cristo su alma hasta morir por nosotros?, ¿Derramó hasta su última gota de sangre para salvarnos?, ¿Derramó sin medida al Espíritu Santo sobre cada creyente? El Señor se dio sin reservas para nosotros. ¿No debemos darnos también, sin reservas a Él?
El costo no es algo a considerar cuando se trata de llevar a cabo un acto de devoción a Jesús. La mujer del evangelio de Marcos era María a hermana de Lázaro. Conocía a Jesús, lo amaba, porque la había liberado, la había sanado, le había enseñado. Dice la Escritura “que María escogió la buena parte”, sentarse a los pies del Señor para oír su Palabra.
Llevó entonces un perfume de mucho precio y quebró el vaso de alabastro y lo derramó sobre Jesús. Dio sin reservas, todo lo que tenía, sin pensar que era un desperdicio. Esto se llama un acto de entrega y negación.
Otros en cambio, con lo que ella hizo, se enojaron y murmuraron. Son personas pobres en su alma y en sus bienes, por su propio egoísmo, no saben dar, no pueden entregarse. Muchos son los que se enojan cuando servimos al Señor, cuando dejamos todo para seguirlo.
¿Habrá algo demasiado precioso para Él? ¿Le damos el ungüento precioso de nuestros mejores afectos? ¿Le podremos amar como lo hizo María? Podemos servirle con entrega y sacrificio, dando lo mejor de nuestro tiempo, talentos, habilidades, oración. Lo más precioso que podemos dar, es nuestra propia vida, nuestra mayor entrega es hablar de Cristo para que otros sean salvos.
Como María quebremos nuestro vaso de alabastro, derramemos nuestro corazón en su presencia, vaciemos todo lo que hay en nuestro interior, que no agrade al Señor, para que Él pueda llenarnos de su Espíritu y podamos así dar lo mejor de nosotros. ¿Qué buena obra hemos hecho por Jesús? Cristo elogió la piadosa atención de esta mujer para que los creyentes de todas las épocas lo supieran. Recordemos, a quienes honran a Cristo, Él los honrará.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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