Cumplir y enseñar
2017-04-22
1. Oración inicial
Señor, gracias por tu Palabra, permite que sea un deleite para mi vida, de tal manera que pueda obedecerla, cambia mi corazón para santidad y lléname de tu inmenso amor para poder enseñar a otros a depender de tu gracia, viendo a través de mi vida tu carácter y tu ejemplo. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos”. Mateo 5:18-19
3. Reflexiona
El orden correcto de la vida cristiana es primero cumplir los mandamientos y luego enseñarlos. En otras palabras primero tengo que apropiarme de la Palabra de Dios, vivenciarla, practicarla y después enseñarla. Un verdadero maestro enseña lo que ya ha vivido. De lo contrario sería un hipócrita como los fariseos, que enseñaban sin practicar, exigiendo una justicia mayor de parte de los demás, contrario a lo que ellos hacían, pasando por alto las leyes de Dios y poniendo cargas pesadas que ellos no estaban dispuestos a cargar.
Obedecer la Palabra de Dios es más importante que explicarla. Jesús vino a cumplir la ley, en otras palabras vino a descubrir el verdadero sentido de la Palabra de Dios. Buscar en todas las cosas la voluntad de Dios. Cuando se conoce la Escritura, descubrimos cuál es su voluntad y debemos estar dispuestos a obedecerla.
Los diez mandamientos son la esencia y el fundamento de toda la Ley. Tiene principios fundamentales de reverencia para con Dios y de respeto para con nuestros semejantes y nosotros mismos. Jesús vino a mostrarnos en una vida normal lo que quiere decir darle a Dios la reverencia, y a las personas el respeto, que les son debidos. No consistía en sacrificios sino en misericordia, no en el legalismo, sino en el amor; no en prohibiciones que demandaban lo que no se podía hacer, sino en la instrucción de amoldar las vidas al mandamiento guiado por el amor a Dios y a los demás.
Antes que vinera el evangelio de Jesús estaba la Ley. La humanidad tenía que aprender la diferencia entre el bien y el mal. Las personas debían de entender su propia incapacidad para cumplir las demandas de la Ley y responder a los mandamientos de Dios. La motivación para los cristianos, es el amor. San Agustín decía: “Ama, y haz lo que quieras”. Cuando nos damos cuenta de cómo nos ha amado Dios, nuestro único anhelo es responder a ese amor, amando a los demás.
Jesús llama grande en el reino de los cielos a cualquiera que haga los mandamientos y los enseñe. Necesitamos amor y obediencia, totalmente contrario a la aparente bondad de los fariseos. Nuestra bondad debe proceder de lo que Dios hace en nosotros.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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