Cuando mi pueblo ora
2018-08-18
1. Oración inicial
Padre Amado, doblego ante ti mi corazón y elevo mis manos al cielo, así como lo hicieron los grandes hombres de la Biblia, confieso que no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, a quienes caminan con corazón limpio delante de ti, así estaré delante de ti, amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Luego se puso Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendiendo sus manos al cielo, dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti con todo su corazón; que has cumplido a tu siervo David mi padre lo que le prometiste; lo dijiste con tu boca, y con tu mano lo has cumplido, como sucede en este día. Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le prometiste, diciendo: No te faltará varón delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden mi camino y anden delante de mí como tú has andado delante de mí”, 1 Reyes 8:22-25
3. Reflexiona
Salomón, en actitud de sumisión y reverencia, con sus manos levantadas al cielo, frente a su pueblo, muestra la grandeza y majestad del Dios Único, reconociendo que Dios es Dios de pactos, el hacedor y guardador de las promesas, que cumplió la promesa dada a su padre David. La promesa a David fue: “Si tus hijos guardan su camino, andando delante de mí con fidelidad, con todo su corazón y con toda su alma, no te faltará hombre sobre el trono de Israel”.
Salomón conocía el corazón de Dios y cuán grande era el amor de Él. Y su oración continua: “Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti; que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar. Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona”. 1 Reyes 8:28-30
Eso es exactamente lo que también Daniel hizo mientras estuvo cautivo en Babilonia; siempre abría su ventana hacia Jerusalén, y oraba hacia el Templo, y confesaba los pecados de la nación y de él mismo. Eso es lo que debemos hacer nosotros, orar por nuestro pueblo, confesar nuestros pecados y Él promete perdonarnos y limpiarnos de toda iniquidad.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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