Cuando la crisis empaña nuestra fe
2018-07-02
1. Oración inicial
Señor grande, justo y soberano, vengo humildemente a tu presencia a pedir perdón por mi insensatez, por no entender tus propósitos y reclamarte por lo que sucede en mi vida, ilumina por medio de tu Espíritu mi entendimiento para comprender que tienes el control y que ves más allá de lo que yo veo. Enséñame a confiar en ti. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Respondió Job a Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza”, Job 42:1-6
3. Reflexiona
El verdadero conocimiento de Dios debe conducirnos a la humildad. Job entendió que justificarse a sí mismo era una vana esperanza, esto le estaba impidiendo ser formado por Dios, ahora entendía su culpa, especialmente por murmurar de Dios en su momento de crisis.
Muchas veces nuestras propias crisis y problemas empañan los ojos de la fe y oscurecen nuestro panorama de la vida. Jesús prometió caminar a nuestro lado aún en medio de los problemas, sin embargo, a veces como a Job nos invade la soledad y podemos encontrarnos hablando un lenguaje negativo, de desesperanza, de pérdida, de incredulidad, de frustración…
Necesitamos entonces que nuestro entendimiento sea iluminado por el Espíritu de gracia para que Dios revele a su Hijo Jesucristo a nosotros y nos trasforme a su misma imagen, reconociendo que somos pecadores y que necesitamos depender absolutamente de nuestro Creador, por eso es necesario abrir nuestros oídos espirituales y entender que el oír produce fe.
La única manera de tener una adecuada visión de Dios es acostumbrarnos diariamente a oír su voz. Dios es omnipotente en contraste con nuestra débil naturaleza, es justo y soberano. Acerquémonos humildemente y con sinceridad a su presencia, no lo culpemos por cualquier error o adversidad que nos suceda. Encontrar dificultades forma parte de la vida y la fe siempre las vence. No olvidemos que la adversidad es como un fuego con el cuál Dios quiere purificarnos y que su mano amorosa nos sostendrá hasta que pasemos la prueba. Él tiene la palabra final en todas las cosas y tiene un propósito con todo lo que hace.
Pecamos cuando nos enojamos con Dios y le preguntamos ¿por qué permites que esto me suceda? ¿Confiamos en Él aunque no veamos todavía la respuesta?
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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