Cristo, el mejor

Señor Jesucristo, eres el mejor, eres el incomparable Dios, eres mi Señor y mi Salvador, el Sumo Sacerdote que ahora intercede delante del Padre por mi vida, por eso mereces toda mi adoración y admiración. Te amo Jesucristo.

“Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios. Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo. Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios. Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”, Hebreos 3:3-6

Para los judíos la autoridad máxima en su pueblo, era el sumo sacerdote, para nosotros los creyentes, nuestra autoridad máxima debe ser Jesucristo, el apóstol de Dios y Sumo Sacerdote. Él es la autoridad suprema de la iglesia.
Para los judíos Moisés fue su libertador, que los liberó de la esclavitud de Egipto y los condujo hasta la entrada a la tierra prometida, fue el profeta por medio del cual, Dios les dio los mandamientos. Aunque fue el más grande profeta, es Jesucristo quien merece más honor, pues es el autor de la salvación. Él nos libertó de la esclavitud del pecado y nos condujo hacia la Eternidad. La Palabra de Dios está llena de figuras y nombres que lo identifican como “EL MEJOR”. Es el apóstol de Dios, el enviado a quien debemos oír. Es el Sumo Sacerdote, que intercede por nosotros delante del Padre. Es el gobernante de la Casa de Dios, al que debemos obedecer y someternos, para vivir una vida en abundancia. El autor de Hebreos nos pregunta: ¿Para qué conformarnos con un gran profeta, como Moisés, cuando podemos contar con Cristo, el mejor?
Cristo debe ser considerado el Ungido, el Revelador de la fe que profesamos y nuestra Esperanza de Gloria. El gran Sanador, el gran Médico de almas. Cristo es el Señor de su Iglesia, como el eterno Hijo de Dios, es el dueño legal y el Rey Soberano de la Iglesia. Toda meditación en su Persona y su salvación deben llevarnos a amarlo, a confiar, a obedecer, y a adorarlo.
Cristo es superior a cualquier sistema religioso, es el arquitecto de la casa, de la Iglesia. Es el Creador del universo. Por eso merece más honra que cualquier otra persona. Merece todo respeto y lealtad. Al hacerse humano, conoció de primera mano todos los sufrimientos y tentaciones que nos aquejan, por eso como Sumo Sacerdote, ahora puede representarnos ante Dios, es el único Mediador entre Dios y los hombres. Con su muerte en la cruz, quitó toda barrera que nos separaba, puso a Dios al alcance de todos los que tienen fe en Él. Y ya no mora en un templo elaborado por manos humanas, nosotros nos hemos convertido en su casa. Que grandiosa verdad, estamos con EL MEJOR.