Cosecharé lo que siembro
2017-09-04
1. Oración inicial
Amado Dios, Amado Hijo, Amado Espíritu Santo; invocaré tu Santísimo nombre para elevar esta oración y así poder expresarte mi gratitud. Hoy te doy gracias y reconozco que sin tu dirección mi siembra es escaza; gracias Señor por ser mi amparo, mi guía y mi fortaleza. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos», Mateo 25:14-19
3. Reflexiona
En el mundo material, por sentido común, si yo siembro buena y abundante semilla y la cultivo, entonces espero tener una muy buena cosecha; si compro una vaca y mi sueño es hacer con ella una ganadería pues esa vaca me dará otra y las dos me darán cuatro y así sucesivamente hasta obtener los resultados que me propuse.
En el ámbito espiritual, el señor Jesús nos enseña con la parábola de los talentos esto de la siembra y la cosecha. Jesús no está hablando de una finca cualquiera. Realmente Jesús se fue y está en el reino de los cielos, pero Él al irse nos dejó unos recursos a cada uno, conforme a nuestra capacidad personal; dones, habilidades, recursos materiales. El los dejó para que los disfrutemos y los hagamos rendir hasta que Él venga y nos tome cuentas de todo.
La pregunta es: ¿Seremos siervos fieles para que el Señor nos coloque sobre mucho y podamos entrar en el gozo del Señor?
Lo primero que debemos despojarnos es del TEMOR. En esta parábola el 1º y 2º siervo se despojaron de sus temores, invirtieron y pudieron dar buen rendimiento de cuentas a su Señor; el 3º por el MIEDO que le tenía a su señor, por ser negligente, escondió los recursos que el señor le dejó y unos recursos enterrados nunca podrán dar rendimientos. Por lo tanto, debo invertir bien todos los recursos espirituales y materiales si quiero ver la multiplicación divina sobre mi vida. Pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn