Conocer para aprender; amar para practicar

«Espíritu Santo, llévame a conocer el amor del Padre y el amor del Hijo de tal manera que aprenda a amar realmente, y amando practique la Palabra que tú me has enseñado, amén.»

“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” Efesios 3:14-19
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Efesio 2:10

Conocer a Dios es tan importante, que como vimos en el devocional de ayer, Jesús mismo nos lo ha dado a conocer. “Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.” (Juan 17:26). Es interesante ver que Jesús nos revela al Padre dándonos a conocer su Nombre, esto es porque en las Sagradas Escrituras el nombre tiene gran significado, y en el caso de Dios, su Nombre, revela sus atributos; Jesucristo nos muestra a Dios como Padre, y así nos permite conocer que gracias a Él podemos acercarnos confiadamente ante el trono de Dios (Hebreos 4:16). Ahora bien, conocer a Dios como Padre, también debe traer la revelación a nuestras vidas de cuanto nos ama Dios, pues Jesús declara que nos da a conocer el Nombre de Dios para que el mismo amor con que el Padre lo ha amado esté en nosotros.
En el devocional de hoy vemos como Pablo ora al Padre para que por medio del Espíritu Santo seamos fortalecidos en nuestro hombre interior, para que Cristo por la fe habite o reine en nuestros corazones con el propósito de que nuestra vida sea cimentada en el amor de Dios y para conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento y así ser llenos de toda la plenitud de Dios (Efesios 3:14-19), lo cual nos permitirá al igual que Jesús Amar de manera práctica, fraternalmente y sin fingimientos, aborreciendo lo malo y siguiendo lo bueno, sirviendo con diligencia y fervor, y compartiendo con los necesitados, pues fuimos creados en Cristo Jesús para buenas obras (Romanos 12:9-13 y Efesios 2:10)
Que el Espíritu Santo nos lleve a Conocer el Amor de Dios para aprender a Amar y así amando poner en práctica la Palabra de Dios.