Confiando en su guía

Señor, sólo tú nos puedes ayudar a salir de un camino sin salida, tú eres el guía que necesitamos y sabemos que es mejor andar contigo por medio de la fe que andar a tientas sin saber a dónde ir, queremos marchar de tu mano obedeciendo y confiando en ti así no veamos la salida. Amén.

“Llamando, pues, Josué hijo de Nun a los sacerdotes, les dijo: Llevad el arca del pacto, y siete sacerdotes lleven bocinas de cuerno de carnero delante del arca de Jehová. Y dijo al pueblo: Pasad, y rodead la ciudad; y los que están armados pasarán delante del arca de Jehová. Y así que Josué hubo hablado al pueblo, los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, pasaron delante del arca de Jehová, y tocaron las bocinas; y el arca del pacto de Jehová los seguía. Y los hombres armados iban delante de los sacerdotes que tocaban las bocinas, y la retaguardia iba tras el arca, mientras las bocinas sonaban continuamente. Y Josué mandó al pueblo, diciendo: Vosotros no gritaréis, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca, hasta el día que yo os diga: Gritad; entonces gritaréis. Así que él hizo que el arca de Jehová diera una vuelta alrededor de la ciudad, y volvieron luego al campamento, y allí pasaron la noche. Y Josué se levantó de mañana, y los sacerdotes tomaron el arca de Jehová. Y los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, fueron delante del arca de Jehová, andando siempre y tocando las bocinas; y los hombres armados iban delante de ellos, y la retaguardia iba tras el arca de Jehová, mientras las bocinas tocaban continuamente. Así dieron otra vuelta a la ciudad el segundo día, y volvieron al campamento; y de esta manera hicieron durante seis días. Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces. Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad.”, Josué 6:6-16

“Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron.”, Josué 6:20

La extraña marcha a la redonda de Josué nos muestra que Dios a veces cumple sus propósitos de maneras inexplicables, como cuando guía a sus hijos por sendas que no están claramente señaladas para manifestar su poder. Debe bastarnos saber que Dios es el que guía. Aunque no estemos viendo la tierra prometida, podemos confiar en que Él nos llevará con seguridad. A veces nos angustiamos cuando vemos que los planes que tenemos parecen inalcanzables, cuando no sabemos cómo puede la voluntad de Dios ser la senda por donde vamos, o cuando vamos en círculos y los obstáculos nos obstruyen el camino. Entonces es el momento de colocarnos en sus manos y confiar plenamente en Él.
Con la batalla de Jericó, Dios quería asegurar que fuera claro e innegable que la batalla dependería de Él, y no de las armas o las destrezas de Israel. Por eso su método fue extraño: los sacerdotes llevaban el arca delante de los soldados, sin entender por qué hacían esa marcha tan larga con bocinas de cuerno, cuando podrían estar peleando la batalla. Esta extraña maniobra militar fue una prueba de la fe de los israelitas y de ver su disposición a seguir a Dios plenamente, aunque no comprendieran. El sonar de las trompetas tenía un significado especial, pues les recordaría que su victoria vendría del Señor, no de su fuerza militar.
A veces en nuestro caminar con Dios, su estrategia no convencional es caminar en silencio y esperar, aunque no veamos resultados. Esto constituye una prueba de obediencia y confianza de parte de nosotros en el poder de Dios que puede derrumbar cualquier obstáculo que se nos presente en nuestra senda espiritual. Si confiamos en Él, los muros caerán.