Coloquemos todo en manos del Señor Jesús

«Señor Jesús, quiero estar unido a ti, en todo depender de tu dirección, muéstrame el camino que debo seguir aun en el mínimo detalle de mi vida, gracias porque me amas y tú te compadeces de mis debilidades. Amén»

“El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.” Mateo 12:30

Hasta lo más fácil, sin Cristo, se vuelve complicado. Una situación que aparentemente controlamos, porque es algo común y ya lo hemos manejado en nuestra experiencia, de repente se complica y se va fuera de nuestro control. Lo que en un principio en nuestra forma de pensar, parecía fácil, manejable, sin ninguna novedad, puede terminar siendo nuestra mayor preocupación, porque precisamente allí estuvo la falla, pensar que no necesitamos de Dios, porque era algo muy común, o sin importancia.
Algún viaje, un negocio, una invitación, o cualquier cosa de nuestro diario vivir, es necesario y prudente que la coloquemos en manos de quien tiene el poder para ver lo que nosotros no vemos, e indicarnos el camino correcto; por eso el Señor nos promete que: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Salmos 32:8).

También es cuestión de doblegar nuestro orgullo y prepotencia, nuestra tendencia a vivir independientemente de Dios, pero ¿cómo?, disponiendo nuestro corazón con toda humildad a Dios, reconociendo su poder y depositando sobre Él toda ansiedad, porque Él cuida de nosotros, y a su tiempo nos exaltará (1 Pedro 5:6). Este principio nos enseñó y lo declaró contundentemente el Señor Jesucristo: “Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” (Mateo 23:12)