Caminando sobre el mar
2015-12-28
1. Oración inicial
Señor Jesucristo, tus palabras son las que calman toda fatiga, toda angustia, las he grabado en lo más profundo de mí ser y siempre las repetiré a mi corazón: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Quiero caminar asido de tu mano para jamás hundirme en el mar de la maldad. Te amo Señor. Amen
2. Lee la palabra de Dios
«En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar; y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles. Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron; porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban. Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.»
3. Reflexiona
Marcos señala el contraste entre la revelación que Jesús acababa de dar de sí mismo y la incomprensión de los discípulos. Vemos al Señor con «prisa», que más bien los estaba «forzando» a los discípulos a marcharse (este es el significado del verbo en el original griego).
Es evidente que Jesús quería sacarlos de aquel ambiente de excitación que se había creado después de la multiplicación de los panes y peces. El milagro había producido un tremendo impacto sobre la gente, y en un estallido de fervor nacionalista, la gente vino para hacerle rey a Jesús. Y muy probablemente, los mismos discípulos fueron contagiados por este entusiasmo, así que, el Señor tuvo que hacerles subir a la barca apresuradamente, para tranquilizar sus ánimos, y hacerles entender que la emoción no obraba la voluntad de Dios.
Una vez que Jesús consiguió que sus discípulos se marcharan, luego tuvo que persuadir a las multitudes para que también se fueran. Pero, si al fin y al cabo Jesús era el auténtico Rey de los judíos, ¿por qué no aprovechar esta ocasión para ser llevado por las multitudes hasta Jerusalén y allí ser coronado Rey?
En primer lugar, porque la multitud estaba pensando en sublevarse contra los romanos, lo que habría derivado en una lucha armada y en una matanza. Y esto no tenía nada que ver con los planes de Jesús.
En segundo lugar, la esclavitud de la que Jesús había venido a librarles, no era la de los romanos, sino la de sus propios pecados, y esto estaba muy lejos de sus pensamientos.
En tercer lugar, porque las multitudes pensaban en un reino material. Ellos ya habían visto cómo Jesús había multiplicado panes y peces, por lo tanto, podría satisfacer también cualquier otra necesidad física. Este era el rey que querían, alguien que estuviera a su servicio para darles todo lo que ellos pudieran desear, pero Cristo tampoco es ese tipo de rey.
Por último, mientras Dios no cambie el corazón humano, el hombre sigue siendo un ser ingobernable. Ni los mejores programas políticos logran funcionar por causa de la maldad del ser humano. Y el Señor sabía que antes de poder ser Rey de los hombres, era necesario acabar con el pecado y proveer al hombre de un nuevo corazón. Era necesario pasar por la cruz antes de sentarse en el trono.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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