Calumnia
2017-06-06
1. Oración inicial
Señor Jesús, así como tu perdonaste y amaste a todo el que te ofendió y te acusó, así mismo quiero hacer, anhelo vivir como tu viviste, lleno del Espíritu Santo. Guíame a extender mi brazo para ayudar y no para acusar, a fijar mi mirada no en los errores de los demás si no en enseñarles tu palabra que puede transformar el corazón. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
«Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.» Lucas 6:27-36
3. Reflexiona
En griego la palabra calumnia es “diabolos”, la misma que se utiliza para el diablo, que es el “acusador”. Y observemos como hoy en día, es una tendencia muy común levantar falso testimonio. Cuando nos hablan de otra persona, que de por si el hecho ya es sospechoso, ¿nuestra reacción es creer lo que se dice inmediatamente? ¿o tomar una actitud de sospecha? Es el engaño más viejo del Diablo, hablar malas cosas de alguien. Cuando Adán y Eva fueron engañados en el paraíso, el primer ataque de Satanás fue calumniar al mismo Dios, para romper la confianza de ellos y su comunión con Dios (Génesis 3:4-5). El diablo sabía que, si podía insertarles una semilla de duda, esta germinaría en el corazón del hombre, logrando separación o distancia y luego ellos pecarían atacando el carácter de un Dios Santo, sin mancha y lleno de amor.
Hoy en día, nuestras relaciones con los demás se ven constantemente en riesgo, por la influencia de “el acusador” en la vida diaria. Le gusta mostrar constantemente nuestro pasado a las personas que amamos, para que sean influenciadas y en su corazón desconfíen de nosotros. Muchas de las personas que están esforzándose por cambiar de vida, que se han arrepentido de sus pecados, que anhelan iniciar de nuevo, haciendo las cosas bien, son perseguidas por lo que hicieron, por su vieja naturaleza y esto no ayuda en su proceso de sanidad espiritual. Si queremos que una persona de verdad tenga un cambio radical, no la acusemos de su pecado, ni reprochemos su pasado, como lo hace el Diablo, al contrario, oremos por ella y perdonemos. Al perdonar le estamos dando la oportunidad de comenzar de nuevo, estamos colocando un voto de confianza, necesario para dar ánimo; enseñemos en vez de castigar, pues también nosotros seremos juzgados en la medida que juzgamos, pero si somos misericordiosos y pacificadores de corazones rotos, seremos recompensados y bienaventurados por el mismo Dios todopoderoso. Sin embargo, Dios comenzó una obra en nosotros que no va a terminar, hasta vernos en nuestro interior semejantes al carácter de su hijo Jesús. Tomemos la actitud de Jesús, con la mujer encontrada en adulterio, la protegió de sus acusadores, la perdonó para que pudiera volver a comenzar y le enseñó a no pecar más.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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