Busca a Jesucristo con diligencia
2019-12-26
1. Oración inicial
Amado Señor, hoy veo con gran tristeza situaciones espeluznantes dentro de algunas familias, por lo cual acudo a ti, busco tu presencia con diligencia, y coloco la congregación, mi familia y mi vida en tus manos para que en el nombre de Jesucristo toda acechanza del diablo se desvanezca. Quiero vivir bajo el abrigo del Altísimo, porque sólo allí estoy seguro. Te amo Señor, amén.
2. Lee la palabra de Dios
“[Jesús] Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de Él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama”, Marcos 7:24-30
3. Reflexiona
Hemos vivido o tal vez hemos escuchado acerca de situaciones que parecen insólitas al seno de las familias, se desatan riñas sin motivo, se arman y se hieren con lo que encuentran, los hijos le pegan a sus padres, y parecen poseídos por demonios. Esta es una gran actividad del reino de las tinieblas, pero la Biblia nos enseña que con Cristo somos más que vencedores.
El pasaje leído cuenta que el Señor Jesús quería estar a solas, quería estar en aquella casa sin que nadie lo supiese y aparece una mujer que lo busca, y lo hace intensamente, pues lo encontró donde Él se estaba escondiendo de la gente. Notemos la diligencia con la que esta mujer llegó a la presencia de Jesús, pues su situación era difícil, porque tenía una hija que estaba siendo abatida por un espíritu inmundo, y ese aprieto familiar hizo que ella acudiera a Jesús, de quien había oído hablar anteriormente y creyó que en Él encontraría la solución.
Esta mujer era sirofenicia y por tanto no sería bien recibida por los discípulos ni por aquellos judíos que estaban con Jesús, pero su fe y gran humildad hizo que el poder de Cristo obrara a su favor. Ella perseveró hasta estar delante de Jesús y al llegar ante Él se postró a sus pies, reconociendo su gran poder.
Ahora, debemos tener discernimiento del mundo espiritual, identificar los espíritus inmundos, que puede verse reflejado en situaciones extrañas, conflictivas y depresivas hasta provocar locura, alteraciones de comportamiento y sólo Jesús puede restablecer, curar, renovar y liberar.
Precisamente para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Cristo, hoy día sigue haciendo milagros, sanando, restaurando, liberando a los cautivos.
Hermano, es tiempo de reflexionar ¿cómo está nuestra familia? ¿Cómo están nuestros hijos? Es tiempo de clamar, rogar y buscar la presencia de Dios, pues todo poder demoniaco en su presencia se desvanece.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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