Bienaventurados los que no vieron y creyeron
2017-01-08
1. Oración inicial
Señor, permítenos creer para ver, y no al contrario. Que las evidencias de tu presencia y poder las veamos en los eventos diarios. Señor ayúdanos en nuestra incredulidad. Tú eres un Dios vivo que te manifiestas en los que creen y obedecen tus mandamientos. Aún sin haberte visto físicamente, sabemos que obras cada día en favor de nosotros.
2. Lee la palabra de Dios
«Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.», Juan 20:24-29
«Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.», 1 Reyes 19:12
3. Reflexiona
Así como no vemos la luna durante el día, pero sabemos que existe, de igual manera a veces no reconocemos a Dios caminando junto a nosotros. Como Tomás, se nos hace difícil creer en algo o en alguien que no podemos ver. Pero Dios siempre se manifiesta en forma de ayuda de algún extraño, o de algún amigo recordándonos con un correo o llamada telefónica o simplemente a través de una palabra, un testimonio, como un «silbo apacible», hablándonos, alentándonos y consolándonos. Esto hace que nuestra fe se renueve, y nos recuerda que Dios está con nosotros.
Animados por los momentos cuando experimentamos la presencia de Dios y testificando de su poder, estamos mejor capacitados para mantener nuestra fe durante los tiempos difíciles.
Nuestra fe constante en el Señor invisible puede servir como un poderoso testimonio para otras personas.
Todos hemos deseado alguna vez ver a Jesús en la actualidad, tocarlo y escuchar sus palabras. Queremos estar cerca de Él y escucharlo, pero el plan de Dios es más sabio. A Él no lo limita su naturaleza física, quiere estar con nosotros siempre, en la persona del Espíritu Santo. También puede hablarnos y hallamos sus palabras en las páginas de la Biblia. Puede sanar y liberar a través del poder de su Espíritu que mora en nosotros. Él puede ser tan real para nosotros como lo fue para Tomás. Cuando dudemos, no nos quedemos allí, dejemos que la duda profundice nuestra fe a medida que buscamos la respuesta.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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