Babilonia. Parte 4
2023-02-12
1. Oración inicial
«Padre, en Cristo está escondida mi vida, en Él tengo verdadera identidad y propósito; permíteme entender y disfrutar toda la herencia que tengo por medio de la fe, guíame para caminar desde ahora en adelante en lo que soy gracias a Jesús, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. A estos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego”, Daniel 1:6-7.
3. Reflexiona
La estrategia de cambiarles su identidad iniciaba por cambiarles el nombre. Los nombres originales de Daniel, Ananías, Misael y Azarías tenían significados relacionados con el Dios de sus padres, con el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Por ejemplo, Daniel significa “Dios es mi Juez”, Ananias significa “Dios ha sido clemente”; sus nombres contaban la historia de su pueblo con el Dios verdadero, mostraban una identificación con la adoración y culto al Dios que los sacó de la esclavitud de Egipto.
En contraste, los nombres que les colocaron a estos jóvenes en Babilonia estaban relacionados o hacen alusión al culto de dioses paganos (probablemente a Baal).
Otro detalle, no menos importante, es que Daniel, Ananías, Misael y Azarías, dice la escritura, eran de los hijos de Judá, es decir, de la tribu de Israel, de la cual desciende nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Tenían una identidad, pero Babilonia quería esconderla, haciendo que se identificaran con los ídolos de Babilonia; ahora, estos jóvenes fueron llevados como esclavos, no tenía el control de este cambio de nombres, pero decidieron mantener sus principios y la identidad dada por Dios.
La nueva Babilonia te dice que ahora tú puedes ser lo que quieras ser, si te identificas con un hombre, siendo mujer, puedes hacerlo o con lo que tú quieras, incluso puedes cambiarte el nombre y colocarte un sexo diferente al biológico en tu documento de identidad; todo se sustenta en una mentira, en ser aquello que no eres realmente. ¿Y esto qué implica?; no hay cosa que determine con mayor impacto nuestra vida que aquello con lo que nos identificamos, aquello que creemos que somos, pues según creemos, pensamos y al final actuamos. Dime en qué crees y te diré quién eres.
Pero cuando creemos en Cristo nos hacemos de la familia y de la descendencia de Cristo, lo mismo que Daniel y sus amigos; Él es el primero entre muchos, si nosotros somos de Él entonces dice la escritura: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:29). El acceso a esta herencia de vida eterna es por medio de la fe en la obra de Cristo (Romanos 4:13). La fe nos da entrada a nuestra verdadera identidad y este no es un hecho menor, esto determina nuestra vida y nuestra vida eterna, nuestro propósito. Por tanto, encontramos una identidad que se sustenta en el amor verdadero, el amor de Dios en Cristo, y este amor llena todo vacío.
Y tú, que lees o escuchas este devocional, ¿con quién te identificas? ¿Has tomado la herencia de vida eterna, paz y propósito que te da la fe en Cristo Jesús?
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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