Aprender a escuchar
2022-05-22
1. Oración inicial
«Amado Dios, gracias por tu amor inagotable, por darme tu Palabra como guía e instrucción para mi vida, por colocar personas importantes como mis padres, maestros, líderes y pastores, quienes me han ayudado a orientarme en el camino de la vida. Ayúdame a escuchar, a no pasar por alto las valiosas enseñanzas que tienes para mí en tu palabra, para ser sabio y entendido, para actuar en justicia y rectitud, en tu temor. En el nombre de Jesús, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre; porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello. Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas. Si dijeren: Ven con nosotros… Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas” Proverbios 1:8-11a, 15
3. Reflexiona
Esta porción del libro de Proverbios dice “oye, hijo mío”; escuchar es el primer llamado de este libro, recordándonos Deuteronomio 6:4-5 que dice “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. “Escucha Israel” es el Shema judío; shema significa escuchar y es tan importante, que Jesús dijo “el que tiene oídos, oiga”, lo que implica prestar atención a lo que Dios nos quiere decir a través de su palabra y a las instrucciones de nuestros padres, maestros, pastores y líderes.
Escuchar es el primer paso para un buen diálogo entre dos personas; a veces, nuestras relaciones se ven afectadas por no aprender a escuchar. Igualmente pasa con nuestra relación con Dios cuando nuestra comunión diaria se vuelve solo un monólogo y no damos espacio para que el Señor nos hable a través de su palabra, y no meditamos en ella para que el Espíritu Santo ilumine nuestro espíritu con su verdad.
Recordar las instrucciones de nuestro Padre celestial, hará que no nos desviemos del camino y tomemos decisiones correctas. Cuando seguimos los pasos de los inicuos que no obedecen los principios de Dios, sino que actúan en su insensatez, podemos caer en desobediencia y ser arrastrados por el pecado, como dice en Proverbios: “Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas. Si dijeren: Ven con nosotros… Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas”.
Igualmente sucede con las enseñanzas de nuestros padres, que en el temor del Señor nos han conducido por caminos de justicia y rectitud, haciendo lo bueno y lo justo; muchas veces hemos reconocido que fue su enseñanza la que nos guardó del mal y decimos “esto decía mi padre o mi madre”. Aprendimos muchas cosas que fueron el fundamento sobre el cual construimos nuestra vida y aún más cuando nos enseñaron a confiar en Dios. Por eso, este es un llamado a escuchar y a no abandonar las instrucciones de nuestros padres y las enseñanzas de nuestras madres; sobre todo si ellos han sido edificados en la verdad de Dios.
Nos colocamos la diadema de gracia cuando aprendemos a escuchar y seguir las enseñanzas de nuestro amado Padre en su palabra; es como un adorno de entendimiento, sabiduría, prudencia, que muestra el carácter de Dios en nuestra vida y hace que otros sean influenciados por lo justo y lo correcto; y evita que seamos influenciados por lo malo e insensato de este mundo y que sigamos las sendas de los impíos, las cuales solo nos llevarán al pecado y a la destrucción de nuestra alma.
Recordemos estas palabras de Jesús en Lucas 9:25 “Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?”
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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