Andar en amor

Amado Jesús, tú diste tu vida como la mejor ofrenda agradable a Dios, por el inmenso amor para nosotros; hoy yo quiero ser ofrenda grata a ti, me ofrezco como sacrificio vivo y santo, rendido a tus pies. Te exalto mi Rey por tanto amor. Gracias Señor. Amen

«Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante»

La palabra «hijos» se emplea muchas veces en el Nuevo Testamento para dar énfasis a alguna cualidad de carácter: «hijos de luz», «hijos de paz», «hijo de consolación», etc., y para denotar la imitación, Jesús dijo que los judíos no eran hijos de Abraham, porque no hacían las obras de Abraham. Al contrario, dijo que su padre era Satanás, porque hacían las obras de él (lo imitaban).
Por lo tanto, los que no practican la justicia, y que no aman a sus hermanos no son hijos de Dios (1 Jn 3:10).
«Nosotros le amamos a él, porque nos amó primero». Los hijos deben ser como sus padres. Deben imitarlos en lo bueno. El amor debe ser el motivo principal de la vida. El cristiano debe andar en el amor que se demostró en el Calvario, el amor que sacrifica todo. El amor es la base de toda nuestra conducta, y de nuestro servicio a Dios.
Dar la vida en la cruz del Calvario es la expresión suprema del amor. Juan dijo «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos».
Dios se agradó del sacrificio de Cristo por nosotros. Fue aceptado para expiar nuestros pecados. Cristo es la propiciación por nuestros pecados, y por los de todo el mundo.
Los sacrificios y ofrendas espirituales que Dios desea de su pueblo los mencionan Pablo, la ayuda que los filipenses le dieron a él, lo llama «olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios»; «ofrezcamos … sacrificio de alabanza … fruto de labios … y de hacer bien y de la ayuda mutua … de tales sacrificios se agrada Dios»