Amor por su Palabra
2021-03-04
1. Oración inicial
«Amado Dios, pon en mí un apasionado amor por tu Palabra y que pueda decir como el salmista: «¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca”. Quiero meditar en ella todo el día para adquirir sabiduría e inteligencia y apartarme de todo camino de mentira. Gracias Señor. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
« ¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, Porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos; de todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra. No me aparté de tus juicios, Porque tú me enseñaste. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira. Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» Salmo 119:97-105
3. Reflexiona
Podemos notar el gran deleite del Salmista en las Escrituras y su compromiso de hacerla parte de su vida diaria, él nos muestra su gran amor por la Ley de Dios y la meditación. La sabiduría y el discernimiento, son fruto de llenar su mente con los mandamientos de Dios, o sea, su Palabra.
Es momento de madurar espiritualmente, cambiando la mentira por la verdad. Jesús oró y dijo: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. (Juan 17:17), pues en estos días tan convulsionados, de tanta flaqueza espiritual, la palabra de Dios debe ser nuestra prioridad. Job dijo: “Guardé las palabras de su boca más que mi comida”, por eso la Biblia es llamada nuestra leche, nuestro pan y nuestro alimento, sin ella nos convertimos en raquíticos espirituales.
Muchas veces nos ufanamos con nuestros propios conocimientos y experiencia, pero el salmista nos dice que él era enseñado por Dios, él no era sabio en su propia sabiduría, como tal vez muchos presumimos. Por tanto, nos corresponde acercarnos a su Palabra, dispuestos a dejar a un lado la tradición, la autosuficiencia, nuestra propia opinión y permitir que Dios nos dirija hacia su camino, sólo así podremos desechar el camino de la mentira.
Hermanos, si amamos profundamente a Dios y su Palabra y leemos la Biblia diariamente, nos mantendremos al alcance de la voz de Dios y no tropezaremos porque su Palabra es luz a nuestro camino y lumbrera a nuestros pies.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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