Amor inalterable

Gracias Señor, por amarme con amor eterno, por seducir mi corazón para acercarme a ti. Quiero rendirme en tu presencia y pedirte que inundes mi vida con ese amor perfecto, capaz de amar sin medida, dame un amor puro, santo y duradero, con el que pueda amarte a ti y a los demás. Amén.

“Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”, Jeremías 31:3

“La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén”, Efesios 6:24

El amor de Dios no es un impulso momentáneo como el amor humano, que es cambiante, corruptible y se acaba. Dios nos ha alcanzado con un amor misericordioso, profundo, eterno e incorruptible. Esto debe llenarnos de seguridad, ya que nos muestra su maravilloso amor, capaz de darlo todo por nosotros.

Solo ese amor que procede de los más eternos consejos, continuará hasta la eternidad de la vida más allá. Sólo ese amor puede influenciar y atraer las almas de los que se sienten desolados y rechazados. Su Palabra dice que “nos ha seducido con lazos de amor”. Es la forma más tierna de acercarse a nosotros. La expresión “hace ya mucho tiempo”, nos indica que Él nos ama con el mismo amor desde antes y a causa de ese amor eterno, sigue extendiendo su misericordia sobre nosotros.

El amor debe ser la expresión habitual de los creyentes en Cristo y la fe es el don de Dios, sin la cual sería imposible conocerlo y vivirlo.

El apóstol Pablo dice que la gracia y el favor de Dios deben estar con todos los que amen al Señor Jesucristo con un amor inalterable o incorruptible. Un amor que nunca perezca, ni se contamine con la corrupción del mundo, un amor santo, puro y duradero. ¿Será que es difícil amar con ese amor? Solo lo podremos saber, cuando las circunstancias adversas nos rodeen, cuando no veamos soluciones a nuestros problemas, cuando necesitemos perdonar al que nos ofende, cuando tengamos que extender nuestras manos para dar ayuda a otros.

Dios nos ama con un amor inalterable, a pesar de lo que somos y hacemos, lo demostró entregando a su propio Hijo en una cruz y sigue demostrándolo con su cuidado, protección y dándonos la vida eterna.

Ahora solo quiere que a través de ese amor, que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, amemos a otros, obedezcamos su Palabra y aborrezcamos la maldad.