Adorar a Dios en medio de mi aflicción.
2020-02-18
1. Oración inicial
«Amado Padre celestial, quiero tener una profunda confianza en ti, independientemente de las situaciones que afectan mi vida y esperar que cumplirás tu perfecta voluntad en mí, mantenme en una actitud de adoración y agradecimiento mientras manifiestas tu fidelidad y bondad. Qué los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón siempre te agraden. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y
desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno”. Job 1:20-22
3. Reflexiona
La adoración se vuelve un estilo de vida cuando tenemos la capacidad de adorar a Dios aún en medio del sufrimiento. Ante la tragedia de su vida, donde prácticamente quedó sin nada, la reacción de Job fue la adoración. ¿Haríamos lo mismo si pasáramos por situaciones parecidas? Aunque Job estaba afligido y se hacía preguntas, nunca perdió la perspectiva de quién era Dios y se mantuvo fiel, por eso de su boca no salió sino agradecimiento y adoración que lo fortaleció y lo llenó de paz en medio del valle de muerte que estaba atravesando.
Es fácil adorar a Dios cuando nuestras situaciones son favorables, pero si empezamos a sufrir nos cuesta hacerlo, en el fondo le echamos la culpa a Dios de nuestras tribulaciones. Miremos al Señor en medio de nuestros problemas y Él nos sostendrá. Dios es justo y todo lo que poseemos es una dádiva suya. Como dice Santiago 1:17 “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. En otras palabras, todo lo que es bueno y perfecto es un regalo de parte de nuestro Padre, quién creó todas las luces de los cielos, Él nunca cambia ni varía porque es fiel.
Job se levantó de su postración interna y comenzó a adorar. No se quedó paralizado por la situación y a pesar de su dolor por haber perdido todo y a sus hijos, se colocó delante del que todo lo sabe, del que conoce el corazón humano, del que recibió lo que tenía y ahora le era quitado, reconoció la soberanía de Dios sobre su vida, bendijo el nombre Jehová y no le atribuyó ningún despropósito a todo lo que le estaba pasando. Si hemos experimentado una gran pérdida, una desilusión o angustia, admitamos nuestros sentimientos, ante nosotros
mismos, ante los demás y dejemos que salga la aflicción, pero jamás dejemos de confiar en Dios.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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