Adoptados para adoptar a otros
2022-02-17
1. Oración inicial
«Padre, gracias por amarme aun sin merecerlo y adoptarme como hijo por la obra sacrificial de tu Hijo Jesús, por librarme de las tinieblas y trasladarme al reino celestial. Señor, hay tanta orfandad en este mundo, por eso hazme entender que, así como lo hiciste conmigo, yo sea un instrumento en tus manos para atraer a otros a tu amorosa paternidad y que puedan experimentar ser libres por tu gran amor. En el nombre de Jesús. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”. Romanos 8:15-17
3. Reflexiona
La adopción es una de las verdades más liberadoras de la palabra de Dios, que puede transformar radicalmente la vida de cualquier persona que ha experimentado el rechazo y el abandono de esta sociedad. Todos los seres humanos cuando nacemos heredamos la naturaleza pecaminosa y esto hace que estemos separados de Dios, en orfandad. Como dice Romanos 3:23 “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Al encontrarnos en esa condición no podemos disfrutar de su amorosa presencia, ni de su paternidad.
En su infinito amor, nuestro Padre Dios envió a su Hijo a morir por nuestro pecado, a quitar esa barrera que nos separaba de Él. Con su obra redentora y nuestra decisión personal de aceptar lo que Jesús hizo por nosotros, nos ha dado la potestad de ser hechos hijos de Dios, como dice Juan 1:12. Este acto de amor en la cruz nos puso nuevamente en la relación correcta con el Padre.
Adicionalmente se nos ha dado el Espíritu Santo, y recibimos el espíritu de adopción por el cual podemos llamar a Dios Abba Padre, una expresión que muestra afecto y familiaridad a Dios como un papá. Como hijos, somos herederos juntamente con Jesucristo. No sólo de toda la riqueza que posee, sino de su identidad, porque tenemos su presencia morando en nosotros.
Entender que el Padre celestial, nos eligió para que pertenezcamos a su familia, es saber que no estamos solos, ni desamparados. Él se despojó a sí mismo para hacerse hombre, para rescatarnos y adoptarnos independientemente de lo que somos, porque quizás antes de conocerlo, fuimos lo más vil y menospreciado del mundo y no merecíamos tanto amor.
Él extendió su brazo y nos sacó de la condición en que estábamos, se reconcilió con nosotros. Como hijos pródigos, nos lavó con su preciosa sangre, nos vistió con las mejores galas, nos puso el anillo real que simboliza que somos hijos del reino celestial y que somos suyos.
Suficiente razón para que comprendamos que nos escogió para Él y para ayudar a sacar a este mundo de la orfandad. Nos entregó el ministerio de la reconciliación para que podamos decir a otros: “os rogamos en nombre de Cristo: reconciliaos con Dios” 2 Corintios 5:20. En otras palabras, fuimos adoptados para adoptar a todos aquellos que se sienten solos, abandonados, esclavos y oprimidos por causa del pecado, arrebatarlos de las manos del padre de mentira que gobierna este mundo, Satanás y liberarlos con el mensaje del evangelio.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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