¿A qué hueles? Parte 2
2024-11-13
1. Oración inicial
«No a nosotros Señor, sea la gloria si no a tu nombre, por tu misericordia y por tu verdad nos has usado para que otros perciban en nosotros el olor fragante de Cristo y puedan conocer tu amor. Padre te alabo porque me usas como instrumento de tu amor para alcanzar a otros. En el nombre de Jesús, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento”, 2 Corintios 2:14
3. Reflexiona
Luego de trabajar por algunos años en una empresa, con la guía del Señor, decidí renunciar debido a una nueva oferta, pero también con la satisfacción del deber cumplido. Sin embargo, cuando los compañeros se despidieron de mí, mencionaron de manera sincera cosas que les había aportado pero sobretodo valoraban el amor, el compañerismo, la humildad, la excelente persona y profesional, el apoyo, la buena actitud y la disposición a servir, etc (lo llaman en entornos laborales “habilidades blandas”).
Algunos de estos atributos cuando los escuchaba, solo podía sorprenderme y pensar que no eran realmente míos, no se trataba de mi, de lo bueno que era o había sido, no, sino que realmente lo que habían percibido mis compañeros era el olor del conocimiento de Cristo, pues esas virtudes realmente eran de Cristo, en mí mismo o en mi propia fuerza y justicia carecía de todas estas cosas.
Lo que realmente sucedió es que por la fe había podido acceder al fruto de su Espíritu que estaba ahora en mi: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”, (Gálatas 5:22-23), pero también a la sabiduría, don de ciencia y conocimiento de Cristo: “A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños” (Daniel 1:17). Ambas cosas fueron la dotación de Dios para sus propósitos y mostrar su gloria en mi.
Me di cuenta de que Dios me había dado la victoria en todo, no para mi propia gloria ni para ufanarme o inflarme de orgullo, sino para mostrar a Cristo, incluso me usó para que varios compañeros de esa compañía recibieran a Cristo en su corazón. Por medio de la fe Dios me usó para gloria de su nombre y me dio el triunfo en Cristo Jesús, en mi trabajo, como el medio para ser testigo de su amor ante otras personas.
Verte al espejo y reconocer los frutos del Espíritu Santo, darte cuenta que realmente no eres tú frente al espejo sino Cristo, mirar y reconocer cada parte de lo que Él pone en ti, como un niño cuando va reconociéndose en el espejo, es lo que logramos y debemos proponernos todos los creyentes, es decir, desarrollar el carácter de Cristo en nosotros y que los demás perciban el olor del conocimiento de Cristo, pues nuestra vida está escondida en Él como dice Colosenses 3:3: “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.”
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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