¿A qué hueles? Parte 1
2024-11-12
1. Oración inicial
«Señor, que tu gracia sobreabundante me lleve a vivir como Cristo vivió, a reflejar su amor, su compasión, su ternura y humildad, para que muchos crean por mi testimonio y puedan leer en mis acciones la Palabra de Dios hecha realidad en mi vida, para gloria de tu nombre. En el nombre de Jesús. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.”, 1 Corintios 15:10
3. Reflexiona
El pasaje anterior lo usó Pablo, un hombre que por causa del evangelio sufrió persecución, pero que Dios le reveló la plenitud que se encuentra en la gracia de Dios.
A pesar de ser un gran intelectual, un maestro de la ley, incluso una persona moralmente muy íntegra, todo esto no le servía para nada sin Cristo: “circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo” (Filipenses 3:5-7).
Sin bien no hemos sufrido lo que Pablo sufrió, si tenemos para nosotros la misma gracia superabundante que obró en Pablo, para usarla en nuestro entorno; el único y poderoso evangelio de Cristo ahora se está manifestando en nuestra vida diaria, está disponible para que otros lo lean en nuestra vida, pues el evangelio es un testimonio de Cristo en nosotros, del actuar de esta gracia en nuestras vidas.
Esta gracia permite que seamos cartas abiertas pero escritas por el Espíritu de Dios como dice 2 Corintios 3:3: «siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.”, y se trata de permitir que Cristo viva a través de nosotros (Gálatas 2:20)
Entonces no se trata de nosotros, de nuestras capacidades, sino de lo que Cristo hace por medio de nosotros y eso es posible solo por la gracia, pues Cristo vino a esto, a revelarnos la gracia: “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica”, (2 Corintios 3:5-6).
Finalmente, el actuar de su gracia permite que al ser cartas abiertas, los demás perciban el olor del conocimiento de Cristo, para una misión y propósito muy especial que entenderemos, a través de un testimonio, en el devocional de mañana.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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