Reflectores de su amor, desarrollando el Carácter de Cristo
2024-08-17
1. Oración inicial
«Dios, tú eres amor, me has manifestado tu amor en Jesús, has derramado tu amor en mi corazón por el Espíritu Santo y hoy me llamas a que al igual que tu Hijo, mi vida sea un reflector de tu gran amor; por eso te pido que me llenes de tu Espíritu Santo para así reflejar a los demás el mismo amor que he recibido a través de tu Hijo, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20
“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.” 1 Juan 4:9
3. Reflexiona
Sin duda, el Señor Jesús fue un reflector del amor de Dios, pues la Escritura dice que el amor de Dios para con nosotros se mostró en que Él envió a su Hijo para darnos una vida nueva, la cual trata de que por fe nos identifiquemos con Jesucristo de tal manera que podamos decir como el apóstol Pablo en Gálatas 2:20, “con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí;” y en este sentido, así como el Señor Resucitó para la gloria de Dios, nosotros también andemos en vida nueva (Romanos 6:4).
Entonces, si en nuestra antigua vida, presentábamos nuestros miembros para el pecado y éramos así reflectores solamente del mal, de la injusticia, del desamor, y de toda obra de la carne; ahora, en nuestra nueva vida, estamos llamados a también ser reflectores pero del gran y eterno amor de Dios. La Escritura en 1 Corintios 13:4-7 dice que el amor es paciente, es bondadoso, no es orgulloso, ni jactancioso, no es egoísta, no guarda rencor, no se enoja fácilmente, no se deleita en la maldad, se regocija en la verdad, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta.
Y aunque a primera vista, nos parezca casi imposible poder practicar el amor que viene de Dios, la buena noticia es que no debemos, así como tampoco podemos, hacerlo en nuestra propia fuerza o capacidad, pues Dios primero ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo para que mediante nuestra comunión diaria, personal e íntima con Él podamos ser reflectores de cada una de las virtudes del carácter de Cristo, entre ellas, su fe, su amor, su gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, mansedumbre, dominio propio, y toda manifestación del fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23). De manera que, si el amor de Dios quieres reflejar, el carácter de Cristo en el poder de su Espíritu debes desarrollar.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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