¿Dónde está el reino de Dios?
2024-07-24
1. Oración inicial
«Padre, muchos hablan de ti, pero pocos quieren que tú reines en su corazón y en toda su vida, no aceptan tu reino y tu verdad, pero por tu gracia he comprendido que tú eres mi mayor riqueza y me diste la paz por medio de Cristo para disfrutar de un reino de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.»
2. Lee la palabra de Dios
“porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.”, Romanos 14:17
3. Reflexiona
Como lo revela el versículo de hoy, el reino de Dios no se trata de lo exterior, ni de cosas o posesiones materiales. Tampoco se trata de un reino de riquezas relacionadas al lujo o al tener, se trata de un estado del ser: justicia, paz interior y gozo verdadero, que cuando aceptamos a Cristo podemos experimentar, porque el Señor coloca en nosotros su tesoro, el amor de Dios en nuestro corazón, un río de agua viva, un manantial que no para y refresca nuestro ser: su Espíritu Santo.
Jesús explicó esta verdad en el encuentro con la Samaritana: “Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre” (Juan 4:21). No se trataba entonces de un lugar sagrado externo, sino de un lugar sagrado interior, porque en ese lugar iba a morar por medio de la fe en él, El Santo Espíritu de Dios trayendo paz interior verdadera, fruto de una justicia realizada por Dios: “Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre” (Isaías 32:17).
La justicia que ejecutó sobre su Hijo, que pagó el precio por nuestras almas, “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,” (Colosenses 2:14), esa acta de decretos eran las deudas que producían las demandas justas de la ley, por esto cargábamos con un peso, una culpa que nos llevaba a sentirnos vacíos, llenos de incertidumbre, pero Jesús pagó el precio de nuestra paz (Isaías 53:5). Por esto cuando le entregamos nuestra vida a Cristo, el reino de Dios viene a nosotros, y somos ese lugar de adoración y culto al Dios Altísimo, cumpliendo así: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (Juan 4:23-24)
Así que concluimos que el Reino de Dios y su justicia, está dentro de cada uno de los que hemos creído en Cristo.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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