Yo quiero ser como tú
2024-05-08
1. Oración inicial
«Señor, qué gran meta me has puesto, reflejar tu carácter en este mundo. Cuando pienso en ello y veo mi debilidad pienso que es imposible de lograr, pero cuando recuerdo que no estoy solo sino que me has dado al Espíritu Santo para que me ayude en mi debilidad y que todo lo puedo en Cristo que me fortalece, entonces mis fuerzas se renuevan y vuelvo a cobrar ánimo para seguir adelante. Gracias porque sé que día tras día vas transformando mi vida de tal manera que perfeccionarás y terminarás la obra que comenzaste en mí, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” Proverbios 22:6
“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” Josué 1:8
3. Reflexiona
Días atrás leí un artículo sobre la importancia de hablarles constantemente a los bebés que están en el vientre, los especialistas recomiendan leerles algunos libros, cantarles, etc., todo esto para estimular el oído del bebé, las conexiones neuronales, entre otras cosas. Cuando supe esto ¡me emocioné tanto! pues estoy en embarazo y lo primero que se cruzó por mi cabeza fue: “tengo que leerle la palabra de Dios” porque quiero que aun desde el vientre se acostumbre a escuchar la voz del Señor. A partir de ese momento dedico parte de las noches a leerle Salmos, Proverbios y algunos otros pasajes de la Biblia y adicionalmente, con mis propias palabras, le resalto lo importante de cada pasaje. Sin embargo, el Señor me llevaba a meditar que aunque era un bello acto el que estaba haciendo con mi hijo, me estaba olvidando de algo mucho más importante: nutrirme primeramente yo con Su palabra, pues era claro que leía para beneficio de alguien más, pero no con el interés de hacerlo por mi propio bienestar. Con esto no quiero decir que no sea importante instruir a otros en la Palabra ¡No!, sino que antes de hacerlo, el primero que debería estar nutriéndose de las Escrituras seríamos nosotros mismos, pues sino nos convertiríamos en lo que dijo el Señor Jesús: “ciegos guiando a ciegos, cuyo final será caer ambos en el hoyo” (Mateo 15:14) Entonces entendí que no quiero guiar a mi bebé, ni a otros, por un camino incorrecto, todo lo contrario, lo que anhelo es saber guiarle y enseñarle a seguir las pisadas de Jesús, pero para poder hacer esto, lo primero que debo hacer es conocer al Señor de manera personal, obedecerle e imitarle para que entonces, cuando mi hijo me escuche o me vea, solo vea el reflejo del carácter de Jesús en mí.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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