El Dios de mi justicia
2024-01-21
1. Oración inicial
«Padre de la gloria mi única necesidad en este mundo es Jesucristo, su justicia me hace libre y me permite estar delante de ti, líbrame del orgullo de creer que merezco alguna cosa, porque nada merezco, por favor respóndeme cuando a ti clamo, ten misericordia de mí y oye mi oración. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; Ten misericordia de mí, y oye mi oración”, Salmo 4:1
3. Reflexiona
Todos quieren que Dios responda, pero sólo responderá el “Dios de mi justicia”.
¿A que se refiere el salmista con esta expresión? Recordemos el significado bíblico de justicia. Justicia no es un concepto, ni un logro personal, es una persona: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21) por lo tanto entendemos que Jesucristo es nuestra justicia. Y como veníamos diciendo, en situaciones adversas, todos, incluso los que deliberadamente despreciaron a Dios, los que se burlaban de los creyentes, resulta que claman a un Dios que quisieron tener lejos toda la vida. Pero Dios solo responderá a través de una puerta llamada Jesuscristo, la puerta de la justicia. Dios nunca responderá con base a nuestras justicias dado que somos completamente incapaces como seres humanos de presentar la más mínima justicia que Dios exige, como está escrito: “No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” (Romanos 3:10-12).
La única manera de acceder a la presencia de Dios es recibiendo su justicia como un regalo que no merecemos, un regalo de amor llamado Jesús “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16) y para recibir realmente a Jesucristo necesitamos vernos como realmente somos: Unos pobres y miserables pecadores, mendigos de su misericordia y hambrientos de perdón porque somos culpables, no somos inocentes. Cuando nos dejemos de ver como unas víctimas y reconozcamos nuestras culpas delante de Dios, entonces podremos clamar por la misericordia de Dios y nos será dada. Él escuchará nuestra oración.
Los salmos nos enseñan cómo tener una correcta relación de intimidad con Cristo, una relación honesta, sin maquillarnos de una piedad que no tenemos. Aprendamos a presentarnos delante de Dios tal y como somos y Dios siempre nos responderá.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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